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miércoles, 23 de junio de 2010

Lo mejor y lo peor de Ecuador

Estadía: 27 días
Km recorridos: 3021
Lugares visitados: Guayaquil, Cuenca, Baños, Quito, Mindo, Reserva Natural Cuyabeno, Mitad del Mundo, Puerto López.

Juego de moda: Balero de plástico (todos los juegan, grandes y chiquitos).
Bebida típica: Canelazo de naranjilla y de mora
Comida típica: Llapingacho, guatita 
Snacks típicos: Chifle, empanadas de viento y de morocho, bolón de verde, empanada de verde, tortilla de verde
Un postre típico: quimbolito
Una fruta exótica: orito
El pan más rico: pan de yuca, pan de canela
El chocolate más rico: Chocolate Mindo (60% cacao)
La pizza más rica: en Baños
El postre más rico: Panqueque de chocolate con helado en The Coffe Tree (Quito)
El peor viaje en bus: Manta - Puerto López
El mejor viaje en bus: Ambato - Baños
Un momento de terror: Cuando no venía la tarabita a buscarnos (Baños)
Un momento de paz: Relax frente al Pailón del Diablo (Baños)
Un atardecer: En la playa de Puerto López
Un amanecer: En la Selva
Un paisaje: El del camino entre Lago Agrio y Quito
Una locura: El calor infernal de Guayaquil
Un flash: La cantidad de panaderías de Cuenca (1 por cada 11 habitantes)
Una aventura: Viajar en la caja de una camioneta con lavarropas y bicis
Un paseo: Malecón 2000 al atardecer (Guayaquil)
Una sorpresa: El sistema de transporte integrado de Quito
Una odisea: Llegar de Quito a Puerto López
El personaje: Mario, nuestro amigo fisioterapeuta de Cuba
La mejor velada: noche de rumba con Francisco en La Mariscal
Lo más extravagante: El sonido que producen las avispas en sus nidos
El mejor trekking: Por el Cajas en compañía de Felix y Laetitia
La mejor cama: La de la casa de Fran (Quito)
La peor cama: Hostal La Casona (Quito)
La iglesia más linda: Compañía de Jesús (Quito)
El altar más increíble: Compañía de Jesús (Quito)
Un museo: El de los sombreros de paja toquilla (Cuenca)
Una cuenta pendiente: Islas Galápagos
Una cuenta pendiente bis: los volcanes

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Quito, Ecuador
10 de mayo de 2010

sábado, 12 de junio de 2010

De profesión: chamán

Hoy salimos bien tempranito por la mañana, nos espera un día largo, pero super interesante, la idea es continuar adentrándonos en la selva amazónica, cada vez más cerca de la frontera con Perú y Colombia, con el propósito de conocer una de las tribus típicas de la zona.

IMG_7792Subimos a la canoa y le damos río abajo unas 2 horas.  Entre meandro y meandro, lianas y profusa vegetación, nos cruzamos con unos delfines rosas, resultó ser que era una madre que le estaba enseñando a nadar a su delfincito! A veces cortamos camino internándonos en las zonas inundadas, así también vimos nuestra cuota de monos, tortugas y las increíbles avispas marchadoras. Al fin llegamos a la tierra de nuestros amigos los cofanes.

IMG_7999 Si bien la aldea está en medio de la jungla y a casi a 8 horas de viaje de cualquier lugar algo civilizado, el lugar no es increíblemente precario como me había imaginado. Hasta les diría que se parece a algún campamento hippie/conservacionista que hay en las afueras de Buenos Aires. Para el almuerzo, una señora de la aldea nos contó que íbamos a hacer pan de yuca (lo que en Argentina se conoce popularmente como mandioca) desde 0. Y vaya que sí, fuimos con el machete, cortamos la planta y ahí sacamos la querida yuquita. Después la abrimos, la rallamos en unos ralladores, le sacamos el agua con un implemento muy loco y de ahí al fuego. Listo! De la planta al pan en 1 hora.

Pero todavía faltaba el plato fuerte, ir a conocer al chamán, el curandero del pueblo. Resulta que el buen hombre vivía solo y todavía más adentro en la jungla, por lo que volvimos a tomar la canoa y otros 30 minutos más. Amarramos, bajamos de la canoa y nos disponemos a esperarlo, está con otra consulta.

No se bien qué esperar, esto es muy raro. En eso pasamos y el chamán nos recibe, en su lugarcito. La primera impresión es la de estar dentro de un documental del NatGeo, está vestido con un montón de plumas, dientes de jaguareté y un sinnúmero de otros chirimbolos. Nos da la bienvenida muy cortésmente en un castellano imperfecto y ahí mismo empieza a cantar y a bailar con unas palmas en la mano. Según nos cuenta, es un ritual para ahuyentar los malos espíritus.(El video no es mío, pero el chamán es el mismo)

Luego empezamos a conversar y realmente no tiene desperdicios. Nos cuenta que para ser chamán uno tiene que prepararse toda la vida, que hay que aprender cómo preparar las diversas pociones con las plantas de la selva. Luego también claro, hay que saber qué aplicar en cada caso. La instrucción inicial demora unos cuantos años. Él ya está viejo y tiene 3 aspirantes a sucederlo. Para graduarse, tienen que pasar por una prueba que incluye tomar una poción alucinógena por 24 horas y ver cosas raras.

IMG_8051 Mayormente atiende a gente de la aldea, pero también nos cuenta que a veces viene a verlo gente de lejos y que desde que las petroleras están haciendo trabajos en la jungla más y más gente le aparece con problemas nuevos. Dice que para muchos está investigando soluciones, pero que muchas veces no hay nada que hacer, el Dios que ve en sus alucinaciones a veces le da respuestas, otras veces no.

A los niños y a las mujeres embarazadas no les cobra, a los adultos, según dice, la mayoría de las veces lo canjea por trabajo. No es fácil conseguir y procesar todas las plantas que necesita para hacer sus remedios.

Por último le pregunto el nombre, y me contesta: Alberto. Chuta! Acá también llegó la globalización! Pensé que me iba a decir un nombre más raro! Finalmente, a pesar de vivir en el medio de la selva, Alberto no es ningún tonto, vende sus pociones alucinógenas a 10 dólares a todo aquel gringo que quiera comprarlas.

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lunes, 7 de junio de 2010

Mi gente linda de Quito

Desde que llegamos a Quito, todo el mundo, con excepción de una sola persona (un boletero del Trole), nos ha tratado super bien. Esto no quiere decir que en los otros lugares que visitamos hasta el momento nos hayan tratado mal. Para nada. Pero los quiteños pues, contrario a lo que uno podría pensar de los habitantes de una ciudad grande que por lo general se mueve a un ritmo acelerado, han ido más allá de todas nuestras expectativas y nos han sorprendido gratamente con su amabilidad. Para muestra bien vale un botón (o varios).

No bien llegamos a la ciudad, en la terminal Quitumbes, el despachador de los troles salió de su cabina para indicarnos cuál era el trole que debíamos tomar para llegar a la ciudad.

En el hostel, nos encontramos con Jaime, su dueño, una persona maravillosa y sencilla que nos recibió con los brazos abiertos y puso a nuestra disposición todo lo que tenía.

Después salimos a caminar por La Ronda, para buscar un lugar donde cenar. No hicimos más de 300m y ya habíamos recibido varias cordiales bienvenidas por parte de los quiteños. La gente al darse cuenta que éramos turistas (y argentinos), enseguida entablaba conversación y hasta nos recomendaba lugares para cenar y platos típicos para degustar.

Cuando un colectivero, de buena fe, nos dijo que nos “acercaba” a nuestro destino pero en realidad nos dejaba como a 15 cuadras en una zona “complicada”, una pasajera nos avisó dónde debíamos bajarnos y nos recomendó encarecidamente que tomáramos un taxi. Como además era de noche y en esa zona se había cortado la luz, nos acercamos a la policía que estaba dirigiendo el tránsito para preguntarles cuál bus debíamos tomar desde aquí hasta nuestro hostel. Uno de los oficiales nos indicó el bus pero, como no venía, su compañero se metió entre el tránsito para pararnos un taxi y hasta habló con el chofer para que no se aprovechara de nosotros.

El chofer del bus a Mindo se tomó la molestia de avisarnos que ya había llegado la señora del quiosco y hasta esperó que fuéramos a comprar algo para desayunar antes de partir, sin que se lo pidiéramos.

Ya les contamos que en Mindo, a tan solo 80km de acá, también conocimos gente hermosa. Además de Claudia y Miriam, nos conectamos muy bien con Luis y su familia. Su hijo se pasó toda una tarde de lluvia mostrándonos sus juguetes, jugando con nosotros, contándonos de la escuela, practicando inglés y matemática y comiendo pan con dulce de leche. Después, Luis nos llevó por un atajo para que llegáramos a tiempo a tomar el bus.

¿Qué decirles de nuestro anfitrión y amigo de CouchSurfing Francisco? Fran nos abrió las puertas de su casa, nos llevó a recorrer la ciudad, a comer platos típicos y hasta nos llevó a bailar salsa a una salsoteca! Nos sentimos tan a gusto que fue muy difícil irnos.

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En la Mariscal, entramos a un local a comprar agua y la señora entre “¿Uds. de dónde son?” y “No pueden dejar de visitar aquí o allá” terminó regalándonos una fruta típica para que la probáramos (por fuera parece una banana pequeña pero por dentro tiene pulpa como la granada).

Todos nos han tratado tan bien que nos sentimos como en casa o, pensándolo bien, mejor que en casa. Nos costó mucho despedirnos de Quito y de toda la gente hermosa que conocimos.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Quito, Ecuador
6 de mayo de 2010

El trole

El trolebús, más conocido por todos como “el trole” es hoy un símbolo de Quito. Forma parte de un sistema integrado de transporte público que incluye también el Metro y la Ecovía. Se trata de 3 líneas de buses y trolebuses dobles con carriles exclusivos que recorren el eje norte-sur de la ciudad desde hace unos quince años en un intento por solucionar los graves problemas de tránsito que aquejan a la capital ecuatoriana.

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El sistema tiene distintos recorridos (hay servicios más cortos y otros más largos), una frecuencia más que aceptable y un cronograma que se cumple. Cuenta con estaciones cada aproximadamente 4 cuadras identificadas con una señalética impecable que incluye los nombres y dibujos alegóricos. En todas hay mapas con el recorrido y carteles electrónicos que anuncian en tiempo real cuánto falta para que llegue el próximo trole.

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El costo del boleto es de USD 0,25. Uno adquiere el pasaje en la boletería y luego, previo depósito del cospel o tarjeta magnética (según se trate del trole o el metro) en el molinete, accede a la plataforma, con puertas automáticas que coinciden perfectamente con las puertas del trole y que se abren únicamente cuando el trole se detiene en la parada.

Una vez a bordo, hay que estar atento y cuidar bien las pertenencias ya que el trole es hogar de muchos amigos de lo ajeno. En nuestro primer viaje, recién llegaditos y con todas nuestras cosas a cuestas, logramos identificar a un par de malandras. No les quitamos la vista de encima y llegamos a nuestro destino sin inconvenientes. De hecho, nunca tuvimos ningún problema en el Trole así que quizás solo se trate de no bajar la guardia.

Para asegurarse de que uno no se pase, la voz de una locutora con acento español va anunciando las paradas actuales y siguientes. Además, hay un cartel electrónico y, por si fuera poco, muchas veces el conductor también anuncia las paradas y avisa que va a cerrar las puertas.

Como se imaginarán, es un medio de transporte muy popular. Tanto, que hay horas en las que va tan lleno como el 60 o la línea C a las 6 de la tarde. Y si bien es rápido la mayor de las veces (20 minutos en promedio desde el centro histórico hasta la terminal norte de la Y), en las horas pico puede llegar a parecerse a un caracol, según las condiciones del tránsito. Es por eso que la semana pasada el gobierno estableció el sistema de pico y placa, que prohíbe un día a la semana la circulación por el centro de los autos cuyas patentes terminan en un determinado número).

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Demás esta decir que el trole fue nuestro principal medio de transporte para movernos por la ciudad y, por eso, este humilde homenaje. ¿Y si en Buenos Aires se hiciera algo parecido? ¿Alguien se anima?

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Quito, Ecuador 
5 de mayo de 2010

Nota: Las imágenes no son nuestras sino de HappyGiuseppe (1 y 3), http://relatos-de-viajes.blogspot.com (2)y Leonardo Laso (4). Este último, se los recomiendo, es muy interesante.

sábado, 5 de junio de 2010

¡Chuta! Quito se nubló

Este post está dedicado muy especialmente a Glenda

Llegamos a Quito el sábado por la noche, con lluvia, para variar. Llovió todo el camino desde Baños así que no pudimos ver nada de la famosa ruta de los volcanes. Como nuestra guía Lonely Planet edición 2007 (la 2010 no estaba aún en las librerías cuando partimos) decía que la terminal de buses quedaba en el barrio histórico nos decidimos por un hostel en esa zona. Pero hete aquí que una vez más la biblia IMG_7422nos dejó en banda ya que la terminal Cumandá no funciona desde hace más de un año y ahora los buses llegan a la terminal sur Quitumbes. A pesar del inesperado contratiempo, nos resultó grato ver una terminal tan hermosa y organizada, que no tiene nada que envidiarle a los aeropuertos más modernos. Además, se conecta con el centro y el norte de la ciudad a través del “trole”. Lo abordamos sin dejar de tener presente todas las recomendaciones sobre el cuidado de nuestras pertenencias y llegamos a nuestro destino sin inconvenientes.

Después de instalarnos, salimos a cenar y nos sorprendimos en La Ronda por el gran movimiento nocturno (con excepción de Guayaquil, Miraflores en Lima y el hostel de Máncora, hacía tiempo que no veíamos tanta gente en la calle después de las 8pm). ¡Guau! ¡Qué cambio! No lo podíamos creer. Fue como transportarnos a Buenos Aires.

El domingo arrancamos tempranito con la esperanza de que el clima nos diera un respiro. Pero, desafortunadamente, no pudo ser. Nublado, lluvia, nublado, lluvia, nublado (una constante que se repetiría durante toda nuestra estadía en la ciudad). Con la luz del día, la ciudad resultó todavía más bella que por la noche.

IMG_7429 Los domingos, varias calles del centro histórico se cierran al tránsito y se convierten en peatonales o ciclovías por lo que se hace aun más placentero recorrerlo. Al igual que en las otras ciudades latinoamericanas colonizadas por los españoles, las iglesias abundan, llegando a extremos ridículos en los que encontramos 3 iglesias en una sola cuadra (la Catedral, el Sagrario y Compañía de Jesús). Resultó que justo era la celebración de la Virgen Dolorosa por lo que enseguida quedamos atrapados dentro de la procesión. No por ser atea dejó de conmoverme el fervor y la fe de los ecuatorianos. Creía que Perú era un país muy creyente, el más creyente de Sudamérica pero, después de haber presenciado la celebración y algunas misas, me atrevería a decir que los ecuatorianos son aun más devotos. Nuestro derrotero después nos llevó por el palacio presidencial (sin Correa, que vive en otra parte), la imponente Basílica del Voto Nacional (una mega iglesia estilo gótico) y el parque La Alameda (la verdad, las plazas acá están un poco descuidadas a comparación con Perú o Bolivia pero están más limpias que en Buenos Aires) pero, de pronto, nos dimos cuenta de que estábamos solos, no había nadie en las calles y eran recién las 3 de la tarde.IMG_7724

Por seguridad, decidimos dejar el desierto barrio histórico e ir hasta La Mariscal, la zona turística en la parte nueva de la ciudad. Supuestamente, esta es la zona top, como un Palermo en miniatura, con bares, restaurantes, discos y exclusivos locales de diseño uno al lado del otro. Pero ¡vaya sorpresa! Al caminar por la Avenida Amazonas resulta que todo estaba cerrado. ¿Y dónde están los turistas? ¿Dónde están los bares? Algo nos dice que estamos en el lugar equivocado. Por suerte, encontramos unos adolescentes que nos señalaron el camino correcto. Terminamos en la Plaza Foch, comiendo unos nachos y un delicioso panqueque con chocolate y helado!

En la semana volveríamos varias veces al centro histórico IMG_8287y a La  Mariscal. A diferencia de los otros países que hemos visitado, acá no resaltamos tanto como turistas. Ya nos sentimos y nos movemos como locales, yendo en trole de acá para allá, comiendo bolones de verde, chifles y pan de yuca. Dado lo emputecido del clima, no pudimos ir al TeleferiQo ni al Panecillo ni nada. Lo único que pudimos hacer al aire libre fue ir a la Mitad del Mundo (por donde pasa el Ecuador) pero nos resultó decepcionante. Resulta que para ver el monolito hay que pagar! Y ni siquiera está en el lugar correcto!!!

Comentario al margen: Algo que nos llamó poderosamente la atención fue el largo de las polleras de los uniformes de las chicas, a saber, mitad de la pantorrilla en promedio. Parece como si los padres se las hubieran comprado previendo todos sus estirones, para que les duren toda su etapa escolar.

No sé si fue la gente, la arquitectura o qué (probablemente una combinación de todo) pero de algún modo nos enamoramos de Quito, aunque no pudiéramos ver ni un poquito del volcán Pichincha.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Quito, Ecuador
30 de abril de 2010

viernes, 4 de junio de 2010

The Ecuadorian Dream

New York, 10 de Septiembre de 2001, 23:30

Ring, Ring

- Buenas noches

- Hola Jaime, ¿cómo estás? Habla tu jefe, mira, mañana en vez de venir al WTC necesitamos que lleves el dinero a nuestra otra oficina del Central Park, ¿hay algún inconveniente?

- (voz medio somnolienta) Mmmh, no  no, qué problema. Entonces mañana voy directamente a la oficina de la 55 a las 9AM.

- Gracias Jaime, nos vemos mañana entonces.

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Palabras más, palabras menos es lo que nos cuenta Jaime mientras afuera llueve de corrido. Curiosamente, además de vivir en NY también trabajó en Buenos Aires como repartidor de una empresa de alimentos y conoce remotos lugares (al menos para el ecuatoriano promedio) como Ranelagh, Escalada o Ciudad Evita.

Gracias a las acrobacias del destino, nuestro interlocutor pudo gambetear lo que todos ya vimos por TV ese martes hermoso de primavera en BA. Lamentablemente sus compañeros de oficina no tuvieron la misma suerte y murieron ahogados por las cenizas, el polvo y la confianza ciega en los procedimientos y las reglas; pudieron haber escapado pero no lo hicieron. 

Les confieso que muchas veces pensé cómo sería estar en el lugar de alguien que providencialmente y a último momento evita una catástrofe. ¿Cómo seguirá la vida del tipo que bajó del piso 101 a comprar cigarrillos justo a tiempo? Nunca imaginé que alguna vez me fuera a cruzar con alguien que me pudiera contar cómo zafó del 11S,  menos aún que fuera ecuatoriano y definitivamente menos escuchar el relato en Quito.

Felizmente las vueltas de la vida retornaron a Jaime a su tierra natal y hace unos meses está intentando levantar un viejo hostel en una casona colonial que aparentemente supo ver años mejores.

Y es que para comprender un poco mejor a este pequeño pero riquísimo país, hay que entender una significativa característica cultural: Ecuador es un país de migrantes. Se calcula que casi 2 de cada diez hijos de la tierra de Sucre viven bien lejos, la mayoría en Estados Unidos o España. Hasta hay un banco que se promociona como el “banco de los emigrantes”.

Pareciera que en el imaginario popular ecuatoriano, la tierra del tío Sam es como El Dorado para los españoles que llegaron a América, la casa de los dulces para Hansel y Gretel o la América de las oportunidades que venían buscando nuestro abuelos. Y no dudo que para muchos el hecho de inmigrar pueda abrir la puerta a nuevas oportunidades. Pero a veces, pareciera que todo este asunto es casi como una obsesión para mucha gente. Me arriesgaría a decir incluso que es difícil cruzarse con alguien que no haya vivido afuera o tenga algún pariente por ahí.

Y sin embargo, al mismo tiempo, paradójicamente Ecuador se está posicionando fuertemente como país de migración para muchos colombianos, venezolanos y centroamericanos (muy especialmente cubanos) en busca de nuevos aires y escapando de graves problemas locales.

Por último, les dejo un link a una buena película colombiana que trata el tema de la inmigración ilegal (http://www.imdb.com/title/tt0475860/). No dejen de darle un vistazo si les interesa el tema.

Ah, y todavía no puedo entender cómo tiene éxito Kentucky Fried Chicken cobrando su combo 10 dólares, cuando se consigue en todos lados lo mismo por mucha menos plata.

domingo, 23 de mayo de 2010

Mindo, tierra de mariposas, orquídeas y colibríes

A pocos kilómetros de Quito, se encuentra la pequeña localidad deIMG_7561   Mindo, hogar de cientos de especies de mariposas, orquídeas y colibríes. Aquí predomina el bosque nublado, un ecosistema propicio para gran variedad de especies animales y vegetales.

 

Llegamos con la idea de poner nuestra carpa en el bosque protector Mindo-Nambillo y así visitar algunas cascadas, el mariposario y el jardín de orquídeas. Pero resulta que acá IMG_7525no se trata de una única reserva natural administrada por el estado. Son todas pequeñas  “reservas” privadas. En conclusión, en cada lugar que uno quiere visitar debe desembolsar en promedio unos 4 dólares solo para entrar. Para colmo, con excepción de unos pocos minutos de sol abrasador cuando llegamos, llovió, llovió y llovió para demostrarnos el porqué de su nombre.

Así, pues, entre el clima y IMG_7671los precios, del bosque nublado vimos poco y nada. Nos contentamos entonces con ver las espectaculares mariposas y las fantásticas orquídeas. ¡Los colores y las formas son increíbles! Prueba de la genialidad y sabiduría de la madre naturaleza.

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Después nos dirigimos al restaurant/hostería El Quetzal. Fuimos en busca del “mejor brownie del mundo” (según prometía nuestro folleto) y nos llevamos unos amigos entrañables. Miriam y Claudia, las encargadas del lugar, nos abrieron sus corazones y no dudaron un segundo en compartir con nosotros todo lo que sabían de su ciudad y su país. Si no fuera porque el bus partía en un rato, nos hubiéramos quedado charlando por otras dos horas más. Nos despedimos con pesar y con promesas de intercambiar recetas culinarias y de cocinar juntos cuando nos volvamos a encontrar.

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Saludos a todos desde el camino,

Marie
Quito, Ecuador
27 de abril de 2010

sábado, 22 de mayo de 2010

Volver a la infancia

P1080790Hoy fue como si fuera una niña otra vez. Después de casi 20 años, volví a subirme a una bicicleta y casi, casi, que tuve que aprender de cero. Es cierto, a andar en bici nunca se olvida pero bien que se pierde la práctica. Además, en las últimas dos décadas hubo grandes avances tecnológicos que convirtieron a un elemento tan sencillo en prácticamente una obra de ingeniería espacial. Las bicis de la actualidad (comparada con mi ArcoIris verde metalizada de la niñez) son super livianas y vienen con cambios!!!!!!!!! Esto, como la mayoría de Uds. ya sabrán, implica tener que pedalear menos en las cuestas, etc. pero para mí es todo un descubrimiento y me lleva un buen rato acostumbrarme. Para colmo, ya no tengo mi bici a medida sino una estándar hecha para gente de medidas estándar. Quiere decir que sentadita en el asiento no llego a tocar el piso con los pies y debo dar un saltito hacia delante e inclinar la bici levemente a un costado para poder llegar al piso cuando me detengo. Después de tantos años, esto es más complicado de lo que esperaba y termino con unos cuantos moretones más de los que hubiera deseado. Por momentos, soy toda frustración. Quienes me conocen, saben bien que mi tamaño pocas veces me acompleja o me limita, pero hoy, por algún motivo, creo que por primera vez en la vida, me cansé de no ser estándar. Lo que daría por llegar al metro sesenta, poder agarrarme en el colectivo, calzar 36/37 y ser talle M. Cuánto tiempo y frustraciones me ahorraría (que en este número/talle no hay, que el asiento de la bici solo baja hasta ahí, etc.).

P1080792A pesar de todo, no me dejé vencer y pedaleando, pedaleando, meta cambio, llegamos a la primera de las cascadas de esta ruta: la Cascada de Agoyán.  Luego alternaríamos puentes, más cascadas, túneles y caminos secundarios hasta llegar a la Cascada el Manto de la Novia. Bueno, en realidad, para llegar a la cascada, hay que hacer un viaje en tarabita o cable carril hasta el otro lado del río Pastaza. Nos prometen que cuando nos vean cruzar el puente, nos mandarán la tarabita para traernos de vuelta. Nunca debimos confiar. P1080815 Estuvimos casi media hora, en la que la desesperación iba en aumento, haciendo señales de todo tipo para que nos mandaran la puta tarabita y poder regresar. Para colmo, cuando ya estaba a 10 metros de la plataforma, se trabó o no sé qué y debieron hacerla retroceder. Parecía que nos estaban cargando.

Pasado el mal rato, volvimos a encaramarnos sobre las bicis y seguimos unos cuantos km más hasta un lugar increíble: la cascada conocida como Pailón del Diablo que discurre en un profundísimo cañón donde el Río Verde se une al Pastaza. Como dicen, una imagen vale más que mil palabras.

P1080905 Ya comenzaba a caer el sol cuando emprendimos el regreso. Como el camino de vuelta era hacia arriba y estábamos muy cansados, nos sentamos a la vera de la ruta a hacer dedo. Mientras esperábamos que apareciera algún bus o camioneta, llegaron otros turistas en bicicleta. ¡El mundo es un pañuelo! Estos chicos, un peruano y una gringa, se estaban alojando en el mismo hostel que nosotros, en la habitación de al lado!!! Por suerte, no esperamos más de 10 minutos cuando apareció una pick-up que transportaba electrodomésticos y, luego de una ardua negociación (a cargo del peruano, por supuesto), llegamos a un acuerdo. Nos llevaría a los cuatro hasta el centro de Baños por 1 dólar cada uno. Ya en la caja y bien despeinados, comenzamos a confirmar nuestras sospechas del día. Las cascadas estaban más lejos de lo que nos habían dicho. No había forma de que la camioneta se demorara tanto. Una rápida consulta a nuestra Biblia Lonely Planet ya de regreso en el hostel terminaría por echar por tierra toda discusión. ¡De Baños al Pailón hay 18km, no 8!

P1080929 Saludos a todos desde el camino,

Marie
Baños, Ecuador
23 de abril de 2010

viernes, 21 de mayo de 2010

Quisiera ser pequeña

Quizás alguna vez hayan escuchado hablar de los sombreros panameños. Si no, con seguridad alguna vez los habrán visto en películas o por TV en la cabeza de alguna celebridad. Estos sombreros, en realidad, no son panameños sino que son 100% ecuatorianos y su nombre correcto es sombrero de paja toquilla. La confusión se debe a que estos eran los sombreros que utilizaron los trabajadores que construyeron el Canal de Panamá.

IMG_7346 Cuenca es uno de los principales lugares donde se producen así que aprovechamos la oportunidad para visitar una fábrica. Para ser más precisos, de fábrica tenía poco pues resulta que los sombreritos, que en USA o Europa se venden a partir de los USD500 los más sencillitos, son tejidos a mano por las campesinas de la zona quienes con suerte si reciben un 1% (la guía no supo qué responder a nuestra pregunta). En el establecimiento se encargan del proceso final deIMG_7335 lavado, planchado, moldeado y detalles de terminación y, por supuesto, del más importante: la comercialización. Es gracias al bendito marketing  que un sombrero que aquí cuesta USD50 luego se consigue en Europa en un local de Hermes a diez veces ese valor. Y ni hablar si se trata de un sombrero de tejido fino. En ese caso, ya estamos manejando cifras de 4 dígitos. ¡Sí, hay sombreros de USD1500 (directo de fábrica)!

Con esos valores, obviamente que nosotros solo nos limitamos a probarnos los sombreros y admirarnos frente al espejo. Este ejercicio resultó muy divertido pues fue como volver a ser nenes y jugar con nuestros disfraces de cowboys, hacendados, reyes y celebridades de la farándula. Miren si no.

Saludos a todos desde el camino,

Marie

Cuenca, Ecuador

21 de abril de 2010

jueves, 20 de mayo de 2010

Dejando las tierras bajas

IMG_7120 El día comienza y otra vez estamos en el camino en búsqueda de nuevas aventuras, hoy domingo volvemos a subir los Andes con la esperanza de que nos den un merecido respiro climático. ¿El destino? Cuenca. Dicen por ahí que es la ciudad más bonita del Ecuador, con hermosas iglesias coloniales y queremos confirmarlo.

Enfilamos hacia la terminal, compramos el boleto y subimos a un bus de San Luis en estado medio dudoso. Miro, y el resto de los buses también son parecidos, los doble piso no gozan de fama aquí y son raros de encontrar. Supongo ingenuamente que en un país pequeño se llega rápidamente a todos lados y que por ello no hay necesidad, pero la circunstancias me demostrarían como tantas veces que estaría equivocado. Las mochilas, como en Bolivia, sin ticket ni nada.

No bien salir de la terminal, comienza un incesante desfile de personajes variopintos que suben a ofrecer sus labores y sus historias. El primero nos ofrece bijouterie, porque la feria en la que iba a exponer no se realizó. Unos minutos más adelante, el segundo vende chocolates y su yeite para conseguir la atención es regalar galletitas a quienes le contesten correctamente preguntas sencillas. ¿Cuántos 9 hay en los primeros 100 números? Nadie acertó… El tercero vende sus helados Pingüino, y esto ya es bien bizarro, chifles, papas, choclos y hasta sandía terminan de completar la variada oferta informal. Incluso paramos a cargar gasoil por ahí. El camino me demostraría que por estos lares el combustible se carga siempre con la gente arriba del bus y luego de haber salido de la terminal y no antes de salir, como todo el mundo podría pensar.

Cruzamos plantaciones de bananas y bananas y más bananas, nunca vi tantas en mi vida. Con razón el hombre más rico de aquí se dedica a esto.

IMG_7297 De allí la carretera abandona definitivamente el fértil plano, los pueblos y los vendedores ambulantes y serpenteando con dificultad se va internando en los Andes. Las laderas occidentales, son un espectáculo magnífico, difícil de igualar. Avanzamos entre selva húmeda y rodeados por copiosa niebla, el espectáculo es misterioso e inigualable y sólo faltan los gorilas (Por Gorilas en la niebla…) Con tesón y paciencia por una angosta carretera vamos ganando metros, perdiendo temperatura y cambiando de paisaje. Arriba el frío es fuerte y la vegetación rala, la selva va dejando de a poco lugar al páramo que conforma al Parque Nacional Cajas y su sinnúmero de lagunas laberínticas. El paisaje sigue siendo hermoso, pero ahora frío y desértico, duro.

Ya llevamos 5 horas y las piernas piden a gritos un poquito más de espacio, es cierto, no hemos tenido suerte con el bus esta vez. Serán así el resto del viaje en Ecuador?

Finalmente cuando ya estábamos intentando hacer la parabólica humana para estirar las piernas, entramos en Cuenca, la ciudad parece bonita, bien bonita, enclavada en un valle verde y rodeada de un montón de cúpulas de iglesia, la mayoría en forma de domo. Parece que por todos lados hay panaderías y muchos lugares donde venden cosas ricas. Eso es muy bueno…

Ver fotos de Cuenca - Ver fotos de El Cajas

viernes, 14 de mayo de 2010

Verde que te quiero verde

Uno de los hechos más interesantes de viajar por diferentes países es el tema de la moneda. El vil metal no es sólo un sistema eminentemente práctico, sino que tanto en billetes como en monedas se ve representado hasta cierto punto la idiosincrasia y el sentir de un pueblo. En los reversos generalmente se inmortalizan escenas, quizá batallas o paisajes naturales que enriquecen el patrimonio nacional, mientras que en el anverso los grandes próceres y prohombres nos miran serios cada vez que pagamos el pan o la leche.

Pero aquí los hermosos paisajes que quizá alguna vez adornaron al Sucre (http://es.wikipedia.org/wiki/Sucre_(moneda_de_Ecuador)) y los hombres que se esforzaron por hacer esta patria más grande están completamente enterrados, pobre mariscal, tanto esfuerzo y finalmente lo reemplazaron Franklin, Hamilton y Washington. ¿Sabrían ellos algo del Ecuador?

Evidentemente si hay algo que queda claro y que lastimosamente se le recuerda a uno a gritos cada vez que compra pan o leche es que un pueblo entero y soberano se ha declarado con la cabeza gacha manifiestamente incapaz, ha resignado voluntariamente a dictar su propia política monetaria y ha creído con convicción que es preferible adoptar aquellas que se dictan a 10.000km y para un país inmensamente distinto antes que enfrentar el reto de dirigir el propio destino.

Extraño resulta que en un país supuestamente dirigido por un gobierno “revolucionario” usted le pague a un campesino quechua en un mercado andino con monedas gringas. Más extraño aún es ir al Banco Central del Ecuador a cambiar dólares por denominaciones sencillas. Cosas de nuestra América latina. Y ojo! Que aquí los gringos tuvieron muy poco que ver.

Ahora bien, qué motiva a un pueblo a abandonar tan decididamente un elemento central de su soberanía? Medida tan radical. Cuando los pueblos juegan con la inflación, juegan con fuego, la inflación es el impuesto de los pobres, y cuando esta avanza como un cáncer sin barreras ni frenos, lo único que la detiene son medidas radicales. Como la venenosa quimioterapia, aquí el dólar parece haber vencido al cáncer. Si funcionó? Si claro que sí. A que precio? Alto, muy alto…

Como recuerdo de lo que alguna vez fue, el Banco Central del Ecuador sólo emite monedas de 5, 10, 25 y 50 centavitos, nada más. Todavía me pregunto realmente qué función desempeña...

Pienso en la Argentina y en cómo jugamos diariamente con la inflación, nos gusta jugar siempre al filo. No quiero echar culpas a los gobiernos, finalmente estos sólo consiguen hacer lo que las sociedades en mayor o menor medida le permiten.

Se acuerdan de Cavallo? Pobre Ecuador, qué personaje y qué ideas tan nefastas le exportamos. Nosotros estuvimos cerca, a un pasito, pero ojo, no respiremos aliviados. Todos esto empezó aquí con la inflación. Quién me pasa el último dato del Indec? Ja, ja, ja.

Ah, y si va a comprar tomates al mercado, a la doña no le hable en kilogramos, acá le venden por libras. Y la nafta, por galón!

PD: Me imagino que este post va a levantar muchos comentarios. Bueno, eso espero, nos encantan los comentarios! Eso sí, antes de escribir algo como “La culpa la tiene el gobierno K” o “Moreno es un sinvergüenzas y por eso tenemos 30% de inflación”, piensen dos veces si no es una forma fácil de tirar la pelota afuera :-).

jueves, 13 de mayo de 2010

Primera vez

IMG_7013 ¿Se acuerdan la primera vez que viajaron solos en colectivo? ¿Cuántos años tenían? ¿7, 8? ¿10? Yo sinceramente no lo recuerdo, capas y capas de conciencia lo han ido sepultando bien profundo en la memoria, quizá algún día vuelva a reflotarse cuando sea viejito y me empiece a olvidar de cosas. Aunque pensándolo bien sí estoy seguro que tendría sensaciones mezcladas, aventura por un lado, mucha atención para subir y bajarse en el lugar adecuado y mucho cuidado para no pasarme.

Hoy creo, debo haber sentido algo parecido, el primer viaje en colectivo en una ciudad nueva, latinoamericana, completamente desconocida y hasta cierto punto intimidante, es revivir un poquito ese primer viaje. ¿Y si me paso? A diferencia del caminar, el colectivo tiene la particularidad que, si el chofer es suficientemente bravo, en 5 minutos no tenemos la más puta idea dónde estamos.

Voy para el centro, y voy solo, Mariela, mi pequeña GPS se siente mal y prefiere quedarse en cama. Solo, solito, sin siquiera un mapa que de poco habría servido, esta zona de la ciudad no está en los mapas turísticos. Sólo tengo valiosos pero escasos datos. Tengo que tomar el 94, que pasa por la avenida 11 y 3, ¡qué ensalada de números!

Dejo la seguridad del hogar de Roxana, nuestra amable anfitriona y caminando tranquilo pero confiado me enfrento al reto. Mi libretita, mi amiga, ella sabe de alguna de mis dudas; cada anotación es una de las miguitas que van dejando Hansel y Gretel. La primera es bien importante, una iglesia evangélica verde, en esta esquina me bajo cuando regrese. Quién sabe qué habrá más adelante; hoy para mí la tierra es plana y si me paso están las tortugas que la sostienen. Mientras anoto, pasa el bus por enfrente, pucha! Espero al siguiente y por las dudas pregunto, parece que se toma en cualquier lado, por aquí ya no hay paradas. Espero y el que viene me hace pito catalán, igualito al 140 en hora pico! Ya sé, 2 veces no me pasa lo mismo, voy a la esquina de Bolivia y Goddin y allí me subo como en Buenos Aires, a la carrera. Pido uno de 0,25, boleto no hay y paso una máquina media rara. Una inspección posterior develará que es un cuenta personas, por eso la salida posterior está clausurada y hay un divertido cartel que anuncia que si sube con críos menores a 4 años (no pagan) tienen que subir a upa para q el aparatito no cuente dos veces.

RRRRRRRRRRRRRRRRRrrrrrrrrrrrr, gggrgrgrgggrrssshsshs. No termino de acostumbrarme al asiento que el cascajo decide dejarnos a pie y llenar de malhumor al acalorado chofer. Con resignación nos devuelve uno a uno los 25c y tomamos el de atrás. Hablo con una señora y se ofrece a indicarme donde bajarme.

IMG_7014 El colectivo avanza raudo y en un santiamén ya no se más donde estoy. Cuadras y cuadras sin nombre, ni número ni referencia y la vida misma se sucede a través de la ventanilla entre frenadas y aceleradas. Puestitos de venta de encebollado, arreglos de autos, vendedores ambulantes, negocios. ¿Pueden recordar cuándo fue la última vez que no supieron dónde estaban? Creo que estamos demasiado acostumbrados a saberlo con exactitud.

De repente y como el cielo luego de una tormenta de verano, todo se aclara, estoy en la Av. Quito, la que divide Guayaquil en Este y Oeste. De aquí es sólo contar hasta que se haga el 0, el cruce con la 9 de Octubre y bajarme allí mismo, a 2 cuadras del Parque del Centenario, esto sí está en los mapas que de todas formas no tengo. Es la próxima, joven, me dice gentilmente la señora de adelante, y ahí me bajo, con la certeza y la alegría de haber completado con éxito la misión. Y me voy como un chico, a pasear por la ciudad pensando que a veces, la seguridad de todos los días nos impide conocer cosas nuevas y maravillosas. Es sólo cuestión de animarse, y el resultado no es tan incierto como parece. La próxima misión es el regreso y aunque esta será una vez que caiga el sol, tengo confianza, voy a encontrar las miguitas que fui dejando en el camino.

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miércoles, 12 de mayo de 2010

La cocida perla del pacífico

P1080739 Para un espécimen como yo, born n raised bien debajo del trópico, en la templada, verde y vacuna llanura pampeana, la ciudad de Guayaquil, además de ser el primer contacto con el multifacético Ecuador, queda asociada indisolublemente a esa sensación insoportable de calor húmedo que se cuela por cada uno de los poros de la piel. No me vayan a malinterpretar, no estoy diciendo que sea el lugar más caluroso del mundo, pero para un “flojito” del calor como yo esto pudiera ser la entrada misma al infierno, un infierno usualmente sin una gota de viento.

IMG_7028 Guayaquil, la ciudad más grande del país, respira a orillas del plateado río Guayas, mientras hordas de camalotes son arrastrados por la infatigable y muda corriente hacia el Océano Pacífico. Alguien le tendría que preguntar al río por qué se apura y se empecina en llegar al mar, si así a sus aguas sólo les espera la indiferencia y el olvido. Una vez que lleguen, perderán su identidad para siempre en una masa uniforme y salobre, pero evidentemente por algo será…

IMG_7051 Desde el malecón el espectáculo ejerce un influjo hipnótico sobre el ocasional observador, una chata se esfuerza por vencer la corriente, y el río me parece familiar, quizá una versión más tórrida del Paraná de las Palmas. Más allá hay una estatua que recuerda a los más grandes libertadores, zanjando sus diferencias con altura y visión de futuro en su famosa entrevista. Curiosamente ninguno de los dos tiene un rostro que les haga justicia. Unas cuadras más arriba, en el parque del Centenario, fanáticos religiosos intentan infructuosamente convertir a apurados oficinistas bajo el sol del mediodía. En el parque del Seminario las iguanas hacen su show “cigarillo 43”.

Es una ciudad vibrante y bulliciosa, de eso no hay dudas, pero también refleja con crudeza paradojas propias de toda la región. La brújula va orientada hacia el norte, la tierra prometida. Burguer King, Mc Donalds, Pizza Hut, Taco Bell, KFC, Hallmark, Tony Roma’s, Domino’s Pizza, Payless Shoes, pero el bolsillo apunta al sur. Amigo, usted gana en dólares, sí, gasta en dólares también, pero arréglese con 250, el sueldo mínimo. El combo vale 6, como en todo el mundo. A pesar de todo, es viernes a la noche, y la gente está contenta, se escucha una fiesta por algún lado, mientras Mariela duerme y Arena, una hermosa perra labradora me hace compañía. Aquí la gente pareciera estar contenta igual, pase lo que pase. De este lado de la frontera, gana la afabilidad.

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