Ciudad colonial 3: León
León es la cuna de la revolución y el liberalismo en Nicaragua. De estas tierras salió Rubén Darío y muchos otros. Por esto se la considera la capital intelectual del país (y, según algunos, de Centroamérica). Esperábamos encontrar una ciudad colonial similar a Granada pero con más “intelecto”. Sin embargo, a diferencia de su contraparte conservadora, aquí no se ve ni por asomo el mismo nivel de inversión en protección del patrimonio histórico. Por lo tanto, con excepción de algunas iglesias, el resto de las construcciones coloniales está muy venido a menos o ya se ha perdido.
En cuanto a la arquitectura, lo que más se destaca de la ciudad, sin lugar a dudas, es la Catedral. Es esa mole gris, bastante derruida, que domina la plaza central. Los cabildantes leoninos, con exorbitantes aspiraciones de grandeza, timaron a la corona española y se hicieron una tremenda catedral. Contrastando con la tosquedad y el mal mantenimiento del exterior, el interior se caracteriza por su refinamiento grandilocuente: inmensas columnas, amplias naves y hermosas esculturas de mármol enormes, todo en distintos tonos de blanco y marfil. Y como no podía ser de otra manera, a la derecha del altar mayor, se encuentra la tumba de Rubén Darío, custodiada por una exquisita escultura de un león.
Nuestro recorrido religioso luego nos llevaría por las otras iglesias de la ciudad (que abundan, como en toda ciudad colonial). De todas las que visitamos, la que más nos llamó la atención fue una chiquita y muy humilde, a la que le vendría muy bien un poco de mantenimiento. ¿Por qué nos impactó? Porque en este templo los bancos de iglesia no solo tienen reclinatorios plegables sino que también tienen rueditas a fin de facilitar el trabajo de los ordenanzas a la hora de la limpieza. ¡Aleluya por esta sencilla pero útil modificación!
En nuestro derrotero por la ciudad notamos que aquí hay muchos estudiantes (especialmente de nivel universitario) y que la gente, en general, está bien instruida y muy informada. Baste por ejemplo el siguiente:
Una tarde salimos a recorrer la ciudad. Nuestra meta era la casa-museo de Rubén Darío pero no pudimos llegar porque se largó un aguacero infernal. Buscamos refugio donde pudimos. Terminamos bajo un alero en un esquina que resultó ser la parada de dos indigentes. Uno de ellos, un señor de unos 75 años y cabellos muy blancos, se presentó como el poeta Núñez. El poeta era profesor universitario y había vivido unos años en la Argentina en los ‘50. Nos maravilló por su lucidez y su habilidad como narrador. No solo nos contó de sus viajes por el mundo y nos recitó el himno argentino y algunos de sus poemas sino que también nos develó algunos secretos del mundillo de la política argentina (como que Alfonsín gustaba del ron nicaragüense y otras cosas). Luego nos preguntó por la actualidad política argentina. Quería saber como le estaba yendo a nuestra presidenta Cristina Kirchner (¡guau! este señor no solo sabe que tenemos una mujer como presidente sino que sabe hasta su nombre). Pero lo que siguió a continuación nos dejó helados. El otro señor, que hasta el momento no había participado mucho de la conversación, expresó su desagrado con la sociedad actual argentina pues no le gustaba que ahora en nuestro país pudieran casarse los hombres entre sí. Eso sí que no lo esperábamos. Nunca nos lo hubiéramos imaginado. Estos señores que no tienen un hogar fijo, que duermen en la calle y que vaya a saber qué penurias pasan están mejor informados que la mayoría de la gente de clase media en Latinoamérica.
Cuando paró la lluvia ya no quedaban rastros del diluvio que nos había obligado a buscar refugio en esa esquina. Los más de 20 centímetros de agua que inundaban las calles ya habían escurrido. Así, muy apenados de tener que terminar una conversación tan interesante con estos señores, nos despedimos y nos dirigimos a degustar los famosos “quesillos” de la zona (a estas alturas el museo ya estaba cerrado). ¿Tanto ilusionarnos para qué? Resultaron una decepción, aun el de trenza. El queso y la cebolla estaban fríos :-(
Con la panza llena y el espíritu triste, regresamos al hotel para pasar nuestra última noche en tierras nicas. Mañana nos espera el Tica Bus para llevarnos hasta El Salvador.
Saludos a todos desde el camino,
Marie
5 de agosto de 2010
León, Nicaragua
ESTA EXPERIENCIA VALIÓ, TAL VEZ, MÁS QUE LA VISITA AL MUSEO.nO DESMEREZCO LA RIQUESA DEL MUSEO, PERO ESTE INTERCAMBIO CON ESTA GENTE CREO QUE AMERITA UNA PROFUNDA REFLEXIÓN,SOBRE TODOS PARA NOSOTROS ARGENTINOS QUE MUCHAS VECES CREEMOS SABERLO TODO Y NI HABLEMOS DE NUESTRA CLASE MEDIA, SIEMPRE ESPERANDO QUE LAS SOLUCIONES VENGAN DEL CIELO. ESO SÍ DE SHOPPING Y DE PERSONAJES COMO TINELLI,FORT Y OTROS POR EL ESTILO,DE ESO SABEN MUCHOS. qUÉ REFERENTES! A SEGUIR DISFRUTANDO!!!
ResponderEliminarCLA Y GRA