El trolebús, más conocido por todos como “el trole” es hoy un símbolo de Quito. Forma parte de un sistema integrado de transporte público que incluye también el Metro y la Ecovía. Se trata de 3 líneas de buses y trolebuses dobles con carriles exclusivos que recorren el eje norte-sur de la ciudad desde hace unos quince años en un intento por solucionar los graves problemas de tránsito que aquejan a la capital ecuatoriana.
El sistema tiene distintos recorridos (hay servicios más cortos y otros más largos), una frecuencia más que aceptable y un cronograma que se cumple. Cuenta con estaciones cada aproximadamente 4 cuadras identificadas con una señalética impecable que incluye los nombres y dibujos alegóricos. En todas hay mapas con el recorrido y carteles electrónicos que anuncian en tiempo real cuánto falta para que llegue el próximo trole.
El costo del boleto es de USD 0,25. Uno adquiere el pasaje en la boletería y luego, previo depósito del cospel o tarjeta magnética (según se trate del trole o el metro) en el molinete, accede a la plataforma, con puertas automáticas que coinciden perfectamente con las puertas del trole y que se abren únicamente cuando el trole se detiene en la parada.
Una vez a bordo, hay que estar atento y cuidar bien las pertenencias ya que el trole es hogar de muchos amigos de lo ajeno. En nuestro primer viaje, recién llegaditos y con todas nuestras cosas a cuestas, logramos identificar a un par de malandras. No les quitamos la vista de encima y llegamos a nuestro destino sin inconvenientes. De hecho, nunca tuvimos ningún problema en el Trole así que quizás solo se trate de no bajar la guardia.
Para asegurarse de que uno no se pase, la voz de una locutora con acento español va anunciando las paradas actuales y siguientes. Además, hay un cartel electrónico y, por si fuera poco, muchas veces el conductor también anuncia las paradas y avisa que va a cerrar las puertas.
Como se imaginarán, es un medio de transporte muy popular. Tanto, que hay horas en las que va tan lleno como el 60 o la línea C a las 6 de la tarde. Y si bien es rápido la mayor de las veces (20 minutos en promedio desde el centro histórico hasta la terminal norte de la Y), en las horas pico puede llegar a parecerse a un caracol, según las condiciones del tránsito. Es por eso que la semana pasada el gobierno estableció el sistema de pico y placa, que prohíbe un día a la semana la circulación por el centro de los autos cuyas patentes terminan en un determinado número).
Demás esta decir que el trole fue nuestro principal medio de transporte para movernos por la ciudad y, por eso, este humilde homenaje. ¿Y si en Buenos Aires se hiciera algo parecido? ¿Alguien se anima?
Saludos a todos desde el camino,
Marie
Quito, Ecuador
5 de mayo de 2010
Nota: Las imágenes no son nuestras sino de HappyGiuseppe (1 y 3), http://relatos-de-viajes.blogspot.com (2)y Leonardo Laso (4). Este último, se los recomiendo, es muy interesante.
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