martes, 23 de marzo de 2010

El gran mercado

Tan central a la sociedad boliviana como es la chola, también lo es el mercado central en cada ciudad o pueblo.

Aquí, en Bolivia, el mercado es en donde ocurre realmente la acción. El familiar concepto de “supermercado occidental” del tipo “elijo mi producto de la góndola”, “pago en caja” es virtualmente inexistente. En cambio, los pueblos están infestados de pequeños locales de 5x5 abarrotados de idéntica mercadería uno de otro, siempre custodiados por una chola. Estos mercaditos, así como la gente en general se abastecen de los abarrotes del gran mercado.

El mercado es generalmente un lugar bastante caótico, ordenado por pasillos pero desprovisto de cualquier tipo de refrigeración para sus productos. Con solo entrar, el olor ya es penetrante, mezcla de verduras, frutas, carnes y vaya uno a saber cuántas cosas más.

La sección de las carnes es especialmente pintoresca, medias res, trozos de vaquitas y algunos pollos van de a poco adquiriendo un color negruzco característico, mientras los encargados agitan en vano y sin mucha convicción sus espantamoscas.


Aquí la manteca no tiene muchos adeptos, la margarina resiste mejor los rigores del calor, a veces en tachos de pintura de 20 litros.

La sección de dulces llama la atención, la crema es reina. Tortas, conitos, y unos cuantos otros tentempiés van rellenos y recubiertos de manera casi obscena. Todo, claro, sin heladera ni ningún otro tipo de refrigeración a la vista.

Y como no podría faltar, siempre hay algunas mesitas en las que uno puede degustar un almuerzo económico o tomar un rico jugo recién exprimido. ¿Se animan?

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