jueves, 25 de marzo de 2010

Adiós Bolivia

Estamos dejando Copacabana y en sólo 10 minutos más estaremos en Perú, al otro lado del gran lago sagrado. Como les decía, atrás queda el país más pobre de Sudamérica y la sensación es ambivalente. Bolivia es un terruño extraordinario, con increíbles paisajes y realidades sociales muy complejas. Me preguntaron y también me preguntaba yo por el gobierno de Evo, pero la realidad es que difícilmente los pueda brindar una opinión certera. Menos de un mes es realmente poco tiempo para comprender una sociedad culturalmente tan diferente. Me alcanza con saber que es el primer presidente indio, un país tan indígena lo merece.

La infraestructura es decididamente mala, muchas cosas son deficientes, pero parecieran estar mejorando. Aquí llueve un poco y todo sufre, desde los caminos de tierra, los teléfonos o cualquier servicio público. Moverse es realmente complicado, 100 km pueden ser tranquilamente 4 horas, incluso entre las ciudades más grandes. Bolivia es un país con una inmensa cantidad de recursos naturales, pero todos o la gran mayoría se exportan en crudo. De producción nacional, poco y nada.

Para algunos Bolivia es una tierra de oportunidades, muchas cosas están por hacerse todavía. Creo que hoy mucho del futuro de este país está en las propias manos de su gente y no en la tan mentada influencia extranjera.


“Todo comenzó, un tiempo atrás, en la Isla del Sol, se cruzaron nuestros caminos por casualidad”.

Así comenzaba una conocida canción bolichera de la década pasada. Quién sabe si el que la escribió alguna vez estuvo acá o a qué Isla del Sol se refiere.

En lo que a mi respecta, este lugar es el escenario perfecto para un romance. Al norte hay unas playas hermosas aunque se requiere de mucho coraje para bañarse en las gélidas aguas turquesas de este inmenso lago de aproximadamente 8500msnm y una profundidad de 280m. Al sur, los acantilados caen más a pique pero el paisaje no deja de ser espectacular.

Norte, centro o sur, la isla es perfectamente disfrutable e invita a pasar una plácida estadía. Nosotros solo estuvimos por unas horas pero nos encantó. Volveremos sin duda en el futuro a vivirla unos días. Y hasta quizás podamos visitar a su hermana: la Isla de la Luna.

Mañana cruzaremos a Perú por lo que mi rol de cronista oficial concluye aquí. Si quieren saber cómo es Perú, se enterarán por la tinta de JP. Espero que hayan disfrutado los posts. ¡Nos vemos en Ecuador!

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Copacabana, La Paz, Bolivia
10 de marzo de 2010

miércoles, 24 de marzo de 2010

En Copacabana sin caipirinha

Hoy dejamos La Paz con nuestras amigas uruguayas y nos vinimos a Copacabana, una pequeña población en una hermosa península a orillas del lago Titicaca. El paisaje es impactante. En alguna medida, se parece a los paisajes del sur argentino, con los lagos bien azules y las montañas nevadas de fondo. Es un remanso. Después de tanto caos y cemento, realmente necesitábamos estar más cerca de la naturaleza. Eso sí, nadie nos avisó que para llegar aquí había que cruzar el Estrecho de Tiquina, que conecta al Lago Huyñaymarka con el Titicaca. Por lo que, cuando llegamos a San Pablo de Tiquina, nos tuvimos que bajar del bus, abordar una lancha y observar con dedos cruzados como nuestro bus se subía a una balsa, con todo nuestro equipaje abordo, y cruzaba lentamente el estrecho hasta llegar del otro lado (San Pedro de Tiquina), donde lo esperábamos ansiosos. Una imagen que no olvidaremos nunca además de la del bus en la balsa es la de un minibús lleno de ovejas cruzando en otra balsa.

Lo que más me sorprendió de Copacabana fue su iglesia, por su ornamentación pseudo mayólica tipo morisca y por el tamaño descomunal de su explanada. Es la explanada más grande que hemos visto en todo Bolivia. No hay proporción con el tamaño del pueblo. Sin embargo, aparentemente, esto tiene su explicación en el hecho de que la iglesia alberga la imagen de la virgen de Copacabana, objeto de adoración de miles de fieles que peregrinan hasta aquí desde La Paz para venerarla.


De la iglesia hacia el lago baja la calle principal donde abundan, por no decir sobran, locales de venta de souvenirs (especialmente tejidos) y restaurants, uno al lado del otro hasta llegar a la playa. Dada la gran oferta, nos decidimos por el restaurant más barato.

Mala elección: a pesar de constar de sopa, principal y postre, el menú resultó escasísimo. Además, el ambiente estaba muy frío. Conclusión: no bien salimos, entramos al boliche de al lado para complementar la cena y volver a entrar en calor. Aquí sí pudimos relajarnos y pasar un rato más que agradable en los sillones, en compañía de nuestras amigas y de otro chico argentino.

Ya repuestos, nos volvimos a nuestros respectivos alojamientos pero estos ya habían cerrado sus puertas, más precisamente, sus persianas metálicas. No eran ni las once.
Inmediatamente nos vino a la mente la escena tan famosa donde un Diego Torres desesperado gritaba: ¡Guardia!!! En este caso, deberíamos gritar ¡Sereno!

En fin, debimos golpear con todas nuestras energías para lograr que el  Sr. sereno despertara y nos abriera la puerta para ir a… dormir. Y colorín, colorado este cuento ha terminado (la vida aquí termina muy temprano). A dormir.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Copacabana, La Paz, Bolivia
09 de marzo de 2010

martes, 23 de marzo de 2010

El gran mercado

Tan central a la sociedad boliviana como es la chola, también lo es el mercado central en cada ciudad o pueblo.

Aquí, en Bolivia, el mercado es en donde ocurre realmente la acción. El familiar concepto de “supermercado occidental” del tipo “elijo mi producto de la góndola”, “pago en caja” es virtualmente inexistente. En cambio, los pueblos están infestados de pequeños locales de 5x5 abarrotados de idéntica mercadería uno de otro, siempre custodiados por una chola. Estos mercaditos, así como la gente en general se abastecen de los abarrotes del gran mercado.

El mercado es generalmente un lugar bastante caótico, ordenado por pasillos pero desprovisto de cualquier tipo de refrigeración para sus productos. Con solo entrar, el olor ya es penetrante, mezcla de verduras, frutas, carnes y vaya uno a saber cuántas cosas más.

La sección de las carnes es especialmente pintoresca, medias res, trozos de vaquitas y algunos pollos van de a poco adquiriendo un color negruzco característico, mientras los encargados agitan en vano y sin mucha convicción sus espantamoscas.


Aquí la manteca no tiene muchos adeptos, la margarina resiste mejor los rigores del calor, a veces en tachos de pintura de 20 litros.

La sección de dulces llama la atención, la crema es reina. Tortas, conitos, y unos cuantos otros tentempiés van rellenos y recubiertos de manera casi obscena. Todo, claro, sin heladera ni ningún otro tipo de refrigeración a la vista.

Y como no podría faltar, siempre hay algunas mesitas en las que uno puede degustar un almuerzo económico o tomar un rico jugo recién exprimido. ¿Se animan?

lunes, 22 de marzo de 2010

Querida cholita

Así como Argentina no sería lo mismo sin su gaucho arquetípico y su compadrito tanguero, ninguna crónica de Bolivia ha de estar completa sin la descripción de este icono indígena altiplánico.

Es cierto que podría haber escrito esta descripción con mucha anterioridad, pero no menos cierto es que en ocasiones la premura incita a prejuzgar y esto conlleva inexactitudes que de todas formas cometeré. Aun siendo grande la brecha cultural intentaré ser lo más fiel y justo posible con este amable personaje andino.

Pero antes de comenzar brindemos algunas aclaraciones pertinentes. Nuestra amiga chola no es patrimonio exclusivo de Bolivia, por el contrario, a las naciones Kolla y Aymara les fueron impuestos los límites actuales de Argentina, Chile y el presente país. Dentro de ellos la chola desarrolla un papel central en las sociedades indígenas. Sin embargo, es aquí, en la república indígena de Sudamérica donde alcanza mayor brillo y diversidad.

Iremos de a poco, de lo más sencillo en adelante:

Doña Chola no viste cualquier atuendo, probablemente tejió sus propias ropas, sabe hacer eso desde chiquita con esmero y paciencia. Sólo las más modernas y refinadas se acercan a las pollererías de El Alto.

La pollera larga y espaciosa la define, vienen de todos los colores y también varían de acuerdo al lugar. Llevan también enaguas y unas medias largas de lana. En La Paz también lucen un simpático bombín.

Ella trabaja de sol a sombra, se levanta con el alba y no conoce el descanso. Gran parte del día se dedica a la cocina, la falta de implementos e infraestructura apropiada consumen su tiempo. Su espalda es fuerte, pero de a poco se va doblando irremediablemente. Es capaz de cargar increíble cantidad de peso; bolsas de papa, cajones de cerveza y también a su niño, todos bien empaquetaditos en sus mantas coloridas.

La chola es comerciante de profesión y el regateo es su habilidad. Se debe comprender que los pueblos andinos siempre necesitaron intercambiar mercancías con sus vecinos de las tierras bajas, la coca sagrada no crece en el altiplano. Tampoco las frutas. Su lugar es el mercado, en el que pasará horas y horas al pie de su puesto. O quizá persiga en la calle a transeúntes apurados intentando vender cualquier clase de mercancía.

Doña chola ya no tiene edad, el tiempo, el sol y el viento se la han ido robando de a poco. Ahora solo queda un rostro cobrizo surcado por indelebles arrugas. Sólo su cédula conoce a ciencia cierta cuándo vino al mundo.

Cuando nuestra chola no comercia es tímida, especialmente con los gringos. Habla bajito, como con miedo de sostener lo que piensa. Su castellano mestizo plagado de diminutivos es una barrera natural para aquellos que desconocen su quechua o aymara nativo.

Sin embargo, la timidez se convierte en rudeza si de luchar por un asiento vacío o un lugar en una cola se trata. Ya ha esperado mucho en esta vida y no quiere seguir.

La vida áspera del altiplano le ha quitado los pudores corporales, si la cosa se complica en demasía y no hay un baño cerca, doña chola hace ahí mismito. La higiene en ocasiones no es su fuerte y luego de algunas horas arriba de un bus esto es evidente.

La señora chola tuvo muchos hijos, 5, 7 o 9 y los ha criado a todos con esfuerzo y dedicación. Muchos son mayores y trabajan lejos, ninguno le quiso estudiar y eso no le gusta. De alguno no tiene siquiera noticias y lo extraña.

A veces, dependiendo de donde vive, ella tiene algunos animales, un par de ovejas, alguna llama o un chanchito. Si tiene un rebaño sabe esperar y guiarlo con paciencia.

Y así ya llegó la noche y doña chola vuelve despacito a su rancho de adobe, casi como arrastrando sus cansados zapatitos negros. Mañana el sol vuelve a salir y hay que seguir.

domingo, 21 de marzo de 2010

La vista desde mi ventana


Aunque no lo crean, esta es la vista que tienen miles de personas de La Paz y el Alto (algo así como Capital Federal y el Gran Buenos Aires). ¡¡¡Espectacular!!!

Pensar que en Argentina uno tiene que recorrer cientos de kilómetros desde la ciudad para encontrar montañas similares y aquí las casas llegan hasta la ladera misma.

Desencanto arqueológico: más de una sorpresa y media

Para una que de chiquita había soñado con crecer y convertirse en una Indiana Jones femenina, la excursión a las ruinas de Tiwanaku (aka. Tiahuanaco) prometía ser toda una aventura. Pues de algún modo lo fue, pero no por los aspectos arqueológicos.

Llegar hasta allí implicó tomarse un bus que atravesó las caóticas calles paceñas (léase, ausencia de semáforos, buses que quieren ir en todas direcciones por calles angostísimas y cholas en las calzadas con sus puestos de venta de verduras, frutas, granos, tejidos y hasta ollas!) hasta el cementerio de la ciudad, ubicado en la parte alta (pero no en El Alto), donde tienen su cabecera los minibuses que van al yacimiento arqueológico más importante de Bolivia y hacia la frontera con Perú. Una vez allí, tuvimos que “yirar” para encontrar la empresa de transportes que nos llevaría a nuestro destino (recomendada por la sagrada Lonely Planet). En cuanto descubrimos al transportista, preguntamos: ¿Cuánto cuesta hasta Tiahuanaco? “Diez bolivianos por persona”, fue la respuesta. Pagamos e inmediatamente nos subimos al minibús. A bordo solo había 3 cholas, que hablaban vaya a saber en qué idioma (imposible distinguir si se trata de Quechua, Aymara o qué) así que tuvimos que esperar a que subiera más gente. Unos 15 minutos más tarde y ya muertos de calor, partimos. “No fue tan grave la espera” pensamos.

Pero hete aquí que al llegar al Alto, el minibús se detuvo otra vez, a cargar pasajeros para ocupar los asientos que restaban (unos ocho) por lo que nos pasamos como media hora ahí detenidos al rayo del sol, calentándonos como sardinas en su latita. Para colmo, había una señora chola que no se decidía a subir pues no le gustaba el asiento que debía ocupar pero, palabra o puteada mediante, logró que otra señora chola ubicada en la primera fila le hiciera lugar. Así finalmente arrancamos y después de unos 90 minutos de un recorrido algo accidentado (por los baches en la ruta) vimos el acceso a la localidad de Tiwanaku. Vaya sorpresa (sorpresa #1) cuando el Sr. chofer nos dijo: “Es acá, bajen” y no nos quedó otra (por ser los dos únicos que teníamos ese destino) que bajarnos y echar a andar unos cuántos cientos de metros hacia el pueblo.

Por suerte, no bien arrancamos nuestro derrotero, apareció la Sra. Tomasa, heladera (es decir, que vende helados, no que refrigera) y nos fue dando charla hasta el acceso al Complejo Turístico Arqueológico (nótese la palabra Turístico). Lamentablemente solo entendimos un 50% de lo que nos decía ya que hablaba muy cerradito. Solo pudimos sacar en limpio que sus hijos le habían dado mucho trabajo, que ninguno había ido a la universidad y que uno de ellos hacía tiempo que estaba en Argentina y que no sabía nada de él.

Sorpresa #2: El acceso a las ruinas no cuesta 30 bolivianos como nos habían informado (ni USD 3,50 según la Lonely Planet) sino que sale la friolera de 80 bolivianos por persona + 60 bolivianos el guía!!! Unos USD 12 + USD 8,70 respectivamente. Para que se den una idea, las entradas y el guía equivalían a 2 noches de alojamiento. Creímos que nos matábamos. Haber viajado más de dos horas para tener que irnos sin entrar. Con toda la frustración del mundo, nos fuimos a sentar al cordón de la vereda y mirar el folleto del lugar que no íbamos a poder visitar. ¡Adiós Tiwanaku!

Sorpresa #3: Se ve que debemos haber conmovido a alguno de los responsables del lugar porque unos 10 minutos más tarde se acercó alguien del Complejo y nos invitó a pasar los dos al precio de uno.

Sorpresa #4: Contentísimos por haber logrado ingresar al fin, fuimos primero al Museo Lítico. Dos palabras: una cagada. Solo había un monolito y un arco, todo lo demás estaba guardado por remodelación.

Sorpresa #5: El templo de Kalasasaya y la supuesta pirámide de Akapana son un verdadero fiasco.
De la pirámide original no se aprecia prácticamente nada. Es solo una colina, con unos surcos cavados y una escalinata claramente reconstruida con material que ni siquiera se aproxima al original. El templo sí se ve, pero nuevamente tiene pocas piedras originales y no respeta el diseño original sino el capricho de alguien que de arqueología y conservación evidentemente sabía muy poco. Por ejemplo, hoy se puede apreciar la famosa Puerta del Sol (quizás la pieza tiwanakota más conocida) pero se encuentra a unos 100 metros de su ubicación original. Nadie sabe explicar porqué.






















Sorpresa #6: Decepcionados decidimos ir a almorzar a uno de los “restaurantes” de la zona. JP no tuvo mejor idea que pedir un omellette. Baste decir que el omelete andino fue otra desilusión.

Sorpresa #7: Lo que no nos defraudó fue la zona de Puma Punku, donde se conservan los restos del templo tal cual fueron encontrados. Aunque todavía nos faltaba recorrer el Museo Cerámico, como ya estábamos cansados y muy desanimados, decidimos volver. Así que buscamos un poco de sombra al amparo del arco de bienvenida y nos sentamos a esperar un minibús con destino a La Paz. No habrán pasado 10 minutos, cuando apareció uno. Salvados, ya nos vamos.

Sorpresa #8: El costo del bus es en realidad 5,50 bolivianos. ¿Qué??? Quiere decir que nos vieron la cara (de turistas, ¿de qué otra cosa podría ser?).

Sorpresa #9: El sr. chofer del bus, cuyo cartel indicaba claramente que su destino era La Paz, decidió terminar el recorrido sin aviso previo y justificación alguna en El Alto, para ser más precisos, en el monumento al Che. Imagínense la intersección de dos “autopistas” que hervían de gente que caminaba para todos lados como si fuera Florida y Corrientes en plena hora pico. ¡Una locura! Y nosotros los únicos gringuitos por ahí. Por suerte, un cana boliviano se apiadó de nosotros y nos llevó a tomar el minibús de regreso a La Paz.

Sorpresa #10: A pesar de la confusión inicial del voceador acerca del destino de bus, nos bajamos sanos y salvos en el centro de La Paz y de allí emprendimos el regreso al remanso de nuestro hostel.

Las sorpresas del día, por suerte, habían terminado y lo único que nos aguardaba era una sabrosa y bien merecida cena en un lindo bar de Sopocachi. Eso sí, todas mis ilusiones y aspiraciones arqueológicas quedaron bien sepultadas.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
La Paz, Bolivia
08 de marzo de 2010

sábado, 20 de marzo de 2010

Far away, so close

Es increíble como la comida tiene el poder de hacernos sentir en casa. Ni siquiera hace falta comer la comida. Con ver los envases que uno conoce de toda la vida, uno ya se siente un poco más cerca.

Ayer a la tarde, en nuestra incursión a la zona top paceña, encontramos nuestro primer supermercado desde que salimos de Argentina. Sí, acá los supers no son cosa habitual. La gente se maneja con el mercado. Va allí y consigue sus productos y, si no, busca en pequeños comercios.

La cuestión es que estábamos muy contentos de poder al fin pasear frente a las góndolas y mirar los productos sin que nadie te ofreciera nada (especialmente Palolo que no gusta de los intermediarios y se toma su tiempo para elegir). Por mi parte, me interesaba conocer qué productos había disponibles y cuál era su procedencia.

Sabíamos que íbamos a encontrar varios productos argentinos pero no creímos que fueran tantos. Calculamos que el 50% de los productos eran argentinos: especialmente lo que se refiera a dulces (Arcor, La Campagnola, Canale, Dulciora!!!}, fideos (Matarazzo, Knorr), golosinas y galletitas (Arcor, Bagley, Frutigran!!!), lácteos (Sancor, Ilolay) y yerba (Nobleza Gaucha, Taragüí, Amanda, CBSé saborizadas, etc). Del resto, el 25% era de procedencia norteamericana, tanto de USA como de Canadá (snacks, fideos, dulces, chocolates, etc.) y el resto se repartía entre Brasil y México, con un muy bajo porcentaje de productos locales (frutas, verduras, aguas, cervezas y lácteos Pil).

Aquí les dejo algunos testimonios fotográficos de la emoción que nos embargó (parecíamos locos que gritábamos de alegría al ver una mayonesa Hellmans o un paquete de Chocolinas "Industria Argentina". Si nos hubiéramos quedado cinco minutos más, creo que nos hubieran echado del super).
















Saludos a todos desde el camino,

Marie
La Paz, Bolivia
08 de marzo de 2010

viernes, 19 de marzo de 2010

Un día de paz en la Paz

Cambio de racha. El día de hoy lo hemos pasado super lindo. Arrancamos el día con la intención de conocer el Valle de la Luna y luego pasear por la ciudad. Por lo tanto, nos dirigimos hacia El Prado (la avenida principal) para tomar el bus que nos llevaría hacia el sur de la ciudad. Pero resultó que la calle estaba cortada.

¿Los piquetes nos siguieron hasta acá? No, no. Se trataba de una suerte de feria combinada con actividades recreativas, deportivas y culturales. Había desde juegos de ingenio para niños, toboganes inflables con forma de King Kong (no me dejaron subir), cancha de fútbol, voley y clases de aerobics hasta shows musicales, obras de teatro y demás. Todo organizado hasta donde pudimos averiguar por el gobierno municipal. La verdad es que estaba super agradable y el ambiente distaba de ser proselitista (aunque no soy tan ingenua como para creer que en el fondo no lo tuviera ya que el mes que viene hay elecciones). La gente estaba con sus familias, todos disfrutando. Había una gran concurrencia pero aun así se podía caminar tranquilamente. Después de 10 minutos de aerobics y de voley, nuestros cuerpecitos gritaron: ¡basta! que no resisto. Es imposible saltar y saltar a 3600msnm. Así que salimos medio muertos a tratar de encontrar el bus en alguna de las calles aledañas.
  
Creo que ya les hemos comentado anteriormente que en Bolivia el sistema de transporte público comprende minibuses, taxis y trufis. Si bien algunos de los buses tienen un número o una letra para identificar su recorrido, no hay un color propio que los identifique ni nada por el estilo. Esto se debe a que no se trata de empresas de transporte con varias unidades. Aquí un señor se compra un minibús y sale a la calle y decide en el momento por dónde irá. Para ello se vale de distintos cartelitos de cartón, generalmente de colores, que pegan en el parabrisas. Creo que las tarifas que cobran están sujetas al mismo albedrío. Además del chofer, en la parte trasera, donde viajan los pasajeros también va un voceador (generalmente algún pariente del chofer/dueño) que se toma la molestia de anunciar en cada cuadra, sacando la cabeza por la ventanilla, cuál es el recorrido. Además, el chófer, cada vez que ve algún potencial pasajero toca bocina. Aquí no hay paradas preestablecidas ni nada que se le parezca.

Uno va tan apretadito en el bus (normalmente van 2 personas en el asiento de adelante y los restantes pasajeros en 4 filas de 3 en la parte de atrás, más el chofer y el voceador) que comparte muchas cosas con los otros pasajeros (todos locales), conversaciones, reflexiones, olores, etc.
El bus va por distintas calles pero siempre hacia abajo. Hasta que en una de esas tantas paradas improvisadas, la ley se hace presente. Aparentemente, el chofer se detuvo en una esquina ignorando la advertencia policial. El policía muy molesto se acercó al bus y le pidió al chofer su licencia. Este se la entregó junto con unos billetes que fueron inmediatamente devueltos por el policía (sí, sí, yo lo vi, lo juró). Hecha la multa, proseguimos río abajo y luego cuesta arriba hasta el Valle de la Luna. Este no resultó tan espectacular como el de San Juan pero no se puede negar que tiene lo suyo: grietas increíbles forjadas por el agua y el viento a lo largo de los milenios. Parece un paraje de ensueño. ¿Estoy despierta? Si leyeron Crónicas Marcianas, este bien podría ser uno de sus escenarios. 

Más tarde y con hambre, mucho hambre, descendimos el camino, bordeando la ruta y luego el río hasta el barrio conocido como Zona Sur, supuestamente, lo más top de La Paz y donde vive la creme de la creme. Vagamos sin rumbo en busca de un bar o restaurant pero estos se negaban a aparecer y los más cercanos, según nos informaron, estaban como a unas 20 cuadras. Agobiados por el calor y el hambre, hicimos unas cuadras más e imaginen nuestra sorpresa cuando de golpe, sin aviso previo, apareció un supermercado. Sí, sí, un super. No veíamos uno desde que dejamos Argentina. Entramos sin dudarlo para aprovisionarnos de lo necesario para un picnic y, después de pagar con tarjeta (otro invento moderno que no habíamos podido utilizar fuera de la Argentina) nos fuimos hasta una linda placita a almorzar (si todavía se le puede llamar almuerzo a las 5 de la tarde). Después seguimos recorriendo esta linda zona. Realmente hay casas espectaculares. Nada que ver con lo que vimos ayer en el centro. 

Y para coronar la velada, nos volvimos en un minibús hablando con una chola. Síiiii, finalmente lo logramos. Parece que el truco fue decir que éramos argentinos y allí sucedió la magia. Pero esto no terminó allí. Varios pasajeros del bus se preocuparon por indicarnos dónde debíamos bajarnos para que no nos pasáramos y hasta nos dieron la bienvenida a su país.

En conclusión, hoy lo pasamos super lindo. Un poco de actividad física, paisajes imponentes, barrios lindos, gente amable. No podíamos pedir más. En lo personal, Sopocachi y la Zona Sur son lo que más me ha gustado de la Paz hasta ahora. No es por desmerecer a nadie pero es lo más parecido a nuestra casa.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
La Paz, Bolivia
07 de marzo de 2010

jueves, 18 de marzo de 2010

Mi Buenos Aires querido…

Hoy llegamos a La Paz después de 13 horas y pico de viaje y las primeras impresiones no han sido buenas. Es todo un gran caos (y eso que nosotros venimos de Buenos Aires donde reina bastante el caos).

En nuestro recorrido a pie de la terminal hacia el hostel, no hemos encontrado construcciones bonitas ni parques ni nada que nos guste pero sí muchísima gente en las calles y más buses, taxis y trufis de los que físicamente caben. Andar por aquí es complicadísimo, no se respetan los semáforos, las normas de tránsito ni nada. Hagan lo siguiente: imagínense caminando por el microcentro porteño al mediodía, precisamente por Esmeralda o Suipacha, esquivando la gente, la basura y los espejitos de los colectivos. Bueno, ahora eleven esa sensación al cubo y recién ahí podrán empezar a sentir un poco cómo es moverse por acá. Porque si bien en BA hay unos cuantos h.d.p al volante, la mayoría si te ven cruzando frenan (muchos de mala gana, es cierto). Acá creo que ni conocen el concepto de ceder el paso. Todos se creen con prioridad. Es así como se arman unas galletas y embotellamientos terribles (como si fuera el Tetris). Todos quieren pasar al mismo tiempo.

A todo esto, súmenle calles angostas, en subida y en bajada, un diseño super irregular (nada semejante a una cuadrícula), poca o nula visibilidad en las intersecciones, veredas que se angostan hasta desaparecer y conductores que no saben que al lado del pedal del acelerador hay otro que sirve para frenar (menos mal que no circulan tan rápido como en BA) y ya están en La Paz. Yo particularmente me quiero matar.

Nunca creí que iba a decir esto pero extraño Buenos Aires (con todos sus defectos). Ahora entiendo porque muchísimos viajeros dicen que Buenos Aires es una linda ciudad. Me voy a dormir deseando que ojalá mañana descubramos algo que nos guste.

Saludos a todos desde el camino,

Marie
La Paz, Bolivia
06 de marzo de 2010

miércoles, 17 de marzo de 2010

Confirmado: varados en Sucre

A diferencia de la famosa canción que dice: no voy en tren, voy en avión, nosotros no vamos ni en tren ni en avión ni en bus ni en camión.

El paro de choferes entró en vigencia a las cero horas de hoy nomás y aquí estamos nosotros varados pero agradecidos de que nos haya tocado en Sucre. No me imagino qué podría haber pasado si nos tocaba en otro lugar o arriba del bus. Quizás hasta te hacían bajar del bus en el medio de la carretera y te dejaban allí. Quién sabe. Ahora resta esperar hasta el viernes y cruzar los dedos porque se reanude el transporte sin problemas. Lo bueno es que en la calle no hay buses (el paro es total: interdepartamental, interprovincial y local) y se puede andar un poco más tranquilos.

Por lo que pudimos averiguar, el decreto de Evo es muy estricto ya que establece una tolerancia cero para los choferes. Es decir que si los encuentran manejando borrachos, provoquen o no un accidente de tránsito, pierden la licencia de conducir de por vida. También prevé sanciones para las empresas de transporte y los dueños de los buses. Aún no entendemos porqué los choferes se oponen a la medida. Es de locos salir a la ruta (especialmente las rutas de Bolivia por el estado en que se encuentran) en pedo y manejando un bus que transporta 40 personas. Quizás algunas de las sanciones sean demasiado severas pero, dada la cantidad de accidentes de tránsito mortales en las carreteras bolivianas, en hora buena sea esta iniciativa del gobierno.

¡Adiós a nuestro sueño de conocer Samaipata y Santa Cruz!

Marie
Sucre, Chuquisaca, Bolivia
03 de marzo de 2010

¿Varados en Sucre?

Pues estamos viendo tele en el hostal y resulta que los choferes de camiones y buses están amenazando con hacer un paro de 48hs a partir del miércoles porque están en desacuerdo con un decreto del gobierno. De acuerdo con nuestro itinerario, el miércoles deberíamos salir para Samaipata. Si todo sigue así, parece que nos quedaremos varados aquí. Podría ser peor. Al menos, Sucre es una ciudad muy bonita.

Marie
Sucre, Chuquisaca, Bolivia
02 de marzo de 2010

miércoles, 10 de marzo de 2010

La capital boliviana tiene algo de Argentina

Llegamos a Sucre por la tarde, la terminal está algo lejos por lo que tomamos un taxi. El chofer nos habla, vivió en Paso del Rey y estuvo en Buenos Aires hasta que lo atrapó el corralito. Mala suerte... Salimos a comer, aquí sí hay algo distinto al Pique Macho! Alejandro Lerner nos acompaña de fondo. Al otro día los que reaparecen de sus cenizas son los rosarinos de Vilma Palma mientras caminamos por la calle Argentina. Palito Ortega apareció en algún bus cantando La felicidad ah ah ah ah. Muchos llevan camisetas de Boca o River, evidentemente algo de Argentina tiene esta ciudad.

Acá a la vuelta a dos cuadras en la Universidad de San Francisco Xavier, Monteagudo, Castelli y Moreno comenzaron a forjar el gran sueño de la independencia americana y argentina. Les habrán tirado huevos cuando se recibieron? No mucho más lejos, en la Casa de la Independencia, donde se firmó el acta de la independencia boliviana está la bandera original con que Belgrano condujo a su Ejército del Norte. A menos de 3 metros están los restos de Juana Azurduy, quien luchó codo a codo con Güemes en el norte argentino y el Alto Perú.

Claramente la capital boliviana tiene mucho de Argentina.


Iglesias, iglesias y más iglesias

Sucre realmente es muy bella. Impresiona por lo blanco de sus edificios y el excelente estado en que se encuentran. El año pasado fue el bicentenario del comienzo de las luchas independentistas aquí y me preguntó si habrán restaurado y pintado todos los edificios importantes (que son muchos) para la ocasión.

En el centro se encuentra la plaza 25 de mayo (el nombre no tiene nada que ver con la Argentina sino con la fecha en que comenzaron las luchas) y a su alrededor están la Catedral, muy bella, la Casa de la Libertad (donde se declaró la independencia boliviana y donde se encuentra una bandera argentina de nuestro ejército libertador), la municipalidad, los bancos, etc. Por suerte, las veredas aquí son un poco más anchas que en Potosí. Pero lo más increíble de todo es la cantidad de iglesias que hay. Hay prácticamente una cada una cuadra. Es más, hay una encrucijada donde hay dos iglesias enfrentadas: La Merced y San Francisco Neri, esta última tiene unas increíbles vistas desde su techo (sí, sí, nos subimos al techo de la iglesia). Son tantas que muchas están cerradas y no funcionan como templo sino como museo. Hasta la catedral está cerrada y solo se abre los domingos por la mañana cuando se celebra misa.





martes, 9 de marzo de 2010

Éxodo potosino

Los síntomas del mal de altura comenzaron a hacerse presentes en JP. A pesar de haber descansado todo un día, estos no desaparecieron. Por lo tanto, debimos suspender nuestra excursión a las famosísimas minas de plata que durante siglos alimentaron las arcas españolas (¡qué ironía! Hoy la moneda boliviana se acuña en España!!!) y emprender el éxodo sin demora hacia Sucre, a 2710msnm. Nos fuimos a las 16.45hs (15 minutos después de la hora señalada), esta vez en un micro medio destartalado pero igualmente con gente en los pasillos. Luego de más de 3 horas de viaje (se supone que el trayecto debería durar 3 horas pero por las lluvias en la ruta había piedras, barro y demás obstáculos) y unos paisajes impresionantes, llegamos a la ciudad que todos coinciden es la más bella de todo Bolivia. Por suerte, los síntomas de JP desaparecieron inmediatamente y pudimos descansar tranquilos.
Saludos a todos desde el camino,
Marie
Sucre, Chuquisaca, Bolivia
28 de febrero de 2010

Casi casi como en Japón

Llegamos caminando a la plaza principal de Potosí, es hermosa, muy bien cuidada, edificios coloniales como no he visto en otras partes. Sin embargo la escena es un poco caótica gracias a los minibuses que todo el tiempo cruzan la ciudad con sus voceadores de recorrido profesionales. Algo me llama la atención. ¿Estoy en Bolivia o estoy en Japón?

Por una u otra razón parece ser que aquí el parque automotor está totalmente monopolizado por marcas japonesas. Los taxis son Nissan Primera o Toyota, los minibuses otro tanto. Incluso los colectivos parecieran haberse comprado usados. Están llenos de símbolos Japoneses. Pienso qué irónico. Aquí, a menos de 400 kilómetros de Argentina, en donde se acuñó la primera moneda patria (la de 1 pesito), en donde Belgrano trajo su ejército y combatió contra los españoles por la independencia, por donde han pasado Moreno, Castelli, Monteagudo, todos ellos a estudiar a Chuquisaca, aquí no se ve ni un solo modelito Made In Argentina.

Un corsita? Un Clio? Mejor un 206, ninguno, ninguno. A lo sumo alguna Hilux perdida por ahí. Ah, me olvidaba, también es Toyota.

La ciudad más alta del mundo

En medio de la madrugada llegamos (sanos y salvos) a Potosí, a 4060msnm, nada más ni nada menos que la ciudad más alta de todo el mundo y una de las más importantes de América Latina durante sus dos primeros siglos de historia.
A pesar de los comentarios negativos que habíamos recibido, el centro (la parte antigua) nos pareció bellísimo. Resulta conmovedor caminar por calles de más de cuatro siglos de antigüedad, ver tantas iglesias, los muros de un metro de ancho, los faroles, los portones, etc. Aquí no hay ochavas y las veredas son angostísimas (hay veces que literalmente desaparecen y uno debe andar por la calle). Se hace imposible caminar abrazados :-(
Desplazarse es realmente muy difícil, especialmente durante el día, porque todo el centro hormiguea con gente que va para todos lados y buses (minibuses, en realidad) que pasan finito y voceando sus destinos (sí, a pesar de llevar carteles indicadores, generalmente cada bus lleva un niño que va anunciando los distintos puntos del recorrido). Si bien existen semáforos, el tránsito es "dirigido" por la policía (o al menos eso intentan). Es todo tan caótico que entrar al hostel es como llegar a un remanso, bien aislado de todo el ajetreo exterior. Por la noche, todo cambia. La ciudad se ilumina con sus mejores galas y reina la tranquilidad.
Lamentablemente el clima no nos ha acompañado ni un poquito en Potosí, siempre lloviendo y nublado así que se dificulta ver los altos cerros de los alrededores, incluso cuesta adivinar la silueta del cerro Rico (tristemente célebre por sus minas de plata que alimentaron las arcas españolas durante varios siglos en proporciones incomensurables a costa de la vida de centenares de miles de mineros locales). A pesar de que los siglos pasaron y de que ahora vivimos en un "mundo civilizado" acá todavía hay gente que trabaja bajo la tierra extrayendo lo poco que queda del preciado mineral por unas pocas monedas. La visita a la Casa de la Moneda fue muy esclarecedora en muchos aspectos.
En fin, si tuviera que darles un consejo, les diría que a pesar de lo que escuchen, vengan a Potosí. Vale la pena!
Saludos a todos desde el camino,
Marie
Potosí, Bolivia
25 de febrero de 2010








lunes, 8 de marzo de 2010

Pura adrenalina


Acabamos de llegar del tour al Salar de Uyuni y estamos ansiosos pues en momentos más abordaremos nuestro primer bus boliviano. No es en vano pues, con todas las anécdotas que hemos escuchado, realzadas especialmente en los últimos días por las intensas lluvias, promete ser toda una aventura. ¡Veremos que nos depara el destino!
Saludos a todos desde el camino,
Marie
Uyuni, Potosí, Bolivia
25 de febrero de 2010





El paraíso de Celusal, lagunas andinas de todos colores y un chofer inexperto

Bolivia es un país de extremos, tiene lo que se les ocurra más alto del mundo ciudades, rutas, etc, excepto claro está el Everest y los Himalayas, tiene desiertos sequísimos, prístinas selvas amazónicas y un sinfin de paisajes hermosos. Uno de las joyas de Bolivia y que cada vez más gente del mundo (léase gringos) está empezando a visitar es el salar más grande del mundo, Uyuni (http://es.wikipedia.org/wiki/Salar_de_Uyuni).

Así, en el frío, desventado, alto y frígido pueblo de Uyuni, otrora centro ferroviario del sur Boliviano, se instalan sobre la avenida ferroviaria, una al lado de la otra, agencias de todo gusto, color, reputación y nivel de improvisación, las cuales ofrecen tours 4x4 para conocer el salar y varias lagunas de la desértica y remota zona de los Sud Lípez. Siendo a la vista la única forma de conocer estos lugares, decidimos hacer una exhaustiva evaluación para no tener inconvenientes. Según dice nuestra guía, y varias historias de viajeros, estos no son infrecuentes y en la competencia todo vale. Desde choferes que improvisan o directamente no tienen las comidas prometidas, reparaciones mecánicas "on the fly" y la lista sigue.

Finalmente nos decidimos por una agencia que nos pareció seria, y para estar bien seguros aguardamos hasta que llegara un contingente. No les puedo explicar lo contentos que ellos estaban, si parecían perros con varias colas... Evidentemente no podríamos equivocarnos esta vez.

De entrada nuestro guía Miguel demostró ser flojito, cero conocimiento de su madre patria o evidentemente lo disimulaba muy bien. Ni pellizcándolo a preguntas le largábamos una explicación de algo. Además se puso estricto en los horarios y nos reclamaba todo el tiempo que demorábamos, aún sin tener razón. Dónde se ha visto un boliviano apurado?, pues aquí lo tienen. Incluso estuvo a punto de errar la ruta varias veces, suerte que llevamos a la cocinera que nos previene de tales desatinos.

Pero aquí, si aquí está su obra maestra. El condenado nos convenció para que nos despertáramos el segundo día bien temprano, a las 5 de la mañana, para ver la laguna Colorada, bien colorada como Dios manda. Hora y media luego de salir, pleno altiplano desértico y unas leguas nomás de Chile, su infame creación:


Habiendo miles de huellas por terreno seco, nuestro chofer no tiene mejor idea que encajar su supuesta 4x4 en un lodazal, mejor dicho arcillal si existe la palabra. No contento con esto, rehusa toda ayuda ofrecida y pretende resolver la situación en el acelerador. Ay Juancito si hubieras estado acá lo colgabas a este infeliz. Los tacos de los neumáticos no ayudan, la arcilla es jabón y este inepto acelerando a fondo la encaja cada vez más. El volcán Ollague señorea el paisaje, o bien, se nos caga de risa...

- Amigo, le buscamos unas piedras para ayudar?
- Je, je si acá no hay piedras, yo la saco solito...
(Al rato fuimos encontrando piedras que sirvieron de camino para afianzar la huella)

- Amigo, y si ponemos las alfombras para que gane tracción?
- Nahhhhh, alfombras, nah nah, ya sale, ya sale...

- Amigo, no tiene una palita, algo como para sacar el barro
- No no, pala....mmmhmmh, no no, a ver, la cocinera me presta un plato para sacar el barro....¿? ¿? ¿?

- Amigo, está seguro que la tiene en 4x4 porque las ruedas de adelante ni dan señal de funcionar
- Mhmsmmmsmmsmmmhmhmmsmsm sararsa sarasa sarasa (Elusión típica altiplánica). Evidentemente los candados de la tracción no traban.

- Amigo, y si le da despacito para delante y para atrás, pero despacito
- Mmmuuhhhyamammammaa arsa sarasa sarasa (Elusión típica altiplánica 2). Las piedras volaban para todos lados pero la camioneta ni se movía.
 

En este punto y luego de 1 hora y media de ignorancia manifiesta claramente lo quiero matar a este hombre. Hasta trato de convencerlo de que me deje manejar la camioneta inventándole que manejé rally y ofreciéndole mis mejores servicios, Miguel, NO ACELERE A FONDO!!! pero no hay caso, este hombre ama la soledad del altiplano.

Al fin llegan las otras camionetas que habían salido más tarde (para esto nos despertamos más temprano????).

- Pero Miguel, qué hiciste!!!!!! Cómo te vas a meter por acá Compadre.
- Mñañañañamsabasaba sba (Elusión altiplánica típica 3)

En 10 minutos apareció una pala, un conductor diestro y la camioneta salió, aún sin la cuádruple tracción, despacito y con paciencia. De aquí la interacción fue cuesta arriba. Su genio conductor, inigualable. En las bajadas este infeliz apaga el motor.

- Miguel, ¿tiene algún problema con el motor? ¿Por qué lo apaga?
- Ah no vio, es que si vamos en bajada, para qué necesitamos motor. Lo apago así va más relajado...
- Ahhh, pero ¿y el servo freno? ¿y la dirección? Aggghghghghhg!!!! Matenlo!
- Ah no, pero no hay problema yo siempre he manejado así vio......

Los paisajes del sur Boliviano son sencillamente increíbles, el paisaje del salar es alucinógeno, un espejo perfecto, las lagunas de colores son realmente surreales y los flamencos a casi 5000 completan una belleza majestuosa, sólo alterada por algunos idiotas inexpertos. No duden en venir a conocer esta parte de los Andes, eso sí, cerciórense de no tenerlo a algún Miguel cerca (disculpen de antemano los otros Migueles inocentes).

¡Caníbales! Acá a las salteñas se las comen.

Chicas salteñas, ¡no temaís! Y esto sí que ocurre en el sentido literal de la palabra. La cocina Boliviana, si es que realmente existe algo así, ha tomado varias influencias de sus vecinos, y una cosa que sí es un rotundo éxito es la empanada argentina. Haciéndose un lugar de privilegio entre el Pique Macho, el Fricase y el Silpancho, el familiar envuelto de carne es aquí el snack preferido de todas las clases sociales. Atenti, sólo se hace por la mañana y se come al mediodía. Si intentan conseguir "salteñas" por la  noche están fritos!! Cuack

Así que como les venía contando desde Argentina, sigue mi cata de empanadas, ahora Salteñas, pero Bolivianas, que lío. En conclusión puedo contarles que las Salteñas si algo tienen es carácter. Condimentos infaltables son la carne (nadie pregunte aquí por cómo es la conservación y esas minuscias...), las papas, el pimentón dulce, algo de cebollita, locoto  y mucho, pero mucho jugo. Diferencia principal: la masa es dulzona, lleva azúcar y el repulgue se realiza por arriba. Si las quieren las pueden comer solas o bien con Api morado, una bebida a base de maíz, hiperdulce y espesa. Más difícil de bajar que un alfajor seco de maicena :-).

Les dejo una fotito de mi primera víctima potosina... Se puede ver claramente el juguito... Lo siento, si se les hizo agua la boca, la única que les queda es venir a Bolivia. Hasta el siguiente post!

jueves, 4 de marzo de 2010

De Tupiza a Uyuni, no voy en tren ni voy en avión

Los relámpagos iluminan el horizonte, el tren avanza a veces con convicción, a veces algo dubitativo. Pareciera que en cualquier momento se desata el temporal. Llegaremos a Uyuni a medianoche? Mhhh, lo veo verde, o negro, como el cielo....

La idea original que teníamos de hacer el tour a las lagunas andinas de la reserva Avaroa y conocer el salar desde Tupiza no pudo ser, a último momento gente que tenía que llegar no apareció y el operador no quiso salir, cosas que pasan por estos lares. Al menos que nos devuelvan la plata no fue tan difícil.

En Bolivia, las única línea férrea que sigue en funcionamiento es la que va desde Oruro, ciudad minera relativamente cerca de La Paz hasta Villazón en el límite con Argentina y otra que tiene una explotación mixta de pasajeros y carga, desde Uyuni hasta Calama, Chile. Como en la mayoría de los países de Sudamérica, los 90 hicieron estragos en este servicio. Actualmente esta línea es explotada por una empresa chilena (todavía no entiendo cómo pudo ganar la concesión, Chile y Bolivia todavía siguen sin tener relaciones diplomáticas).

Como les decía, ahora sí me parece que no vamos a llegar a Uyuni a medianoche. Afuera llueve, caen gotas grandes, y el tren va cada vez más despacio. El tramo entre Tupiza y Atocha parece ser el más complicado, son pocos kilómetros, pero entre quebradas el convoy va subiendo hasta las pampas siempre lisas del altiplano. Nos ponen una peli doblada en boliviano y después el vagón empieza a saltar con cada piedrita que va encontrando en las vías. Intentamos dormir, pero los saltos son cada vez mayores, hasta que se zafan las ventanillas y crash.... Los anteojos de Mariela quedaron abajo :-( Ahora dónde corno hacemos anteojos en el altiplano! Los míos zafaron por poquito.

Ahora ya no entiendo que pasa, subimos un poco, vamos marcha atrás, saltos, saltos, saltos. La lluvia no para. Finalmente el tren sí. Nos van a dar un anuncio, mala señal. Desengancharon la locomotora y dejaron los vagones en una zona medianamente plana. La locomotora se va de vuelta a Tupiza... Y ahora?

"Distinguidos pasajeros: Les informamos que lamentablemente hemos encontrado inconvenientes en las vías férreas. Unos kilómetros más adelante de aquí las mazmorras se han llevado 40 metros de terraplen y las vías se encuentran en escalera, sin apoyo, por lo que el tren no podrá proseguir. Las llegadas a Uyuni y a Oruro están sin horarios. Brindaremos mayor información mañana al mediodía".

Cómo??????? Si son las 12 de la noche??? Al menos tenemos frazadas, comida y mucha agua, tomamos nuestros recaudos.


Dormimos como podemos, por suerte el vagón está semi vacío y tenemos bastante lugar para arreglarnos y frío no hace tanto. Finalmente llega la mañana y con las primeras luces del día salimos a inspeccionar el páramo en dónde nos hemos quedado. Es un pueblo fantasma en el medio del altiplano, casas de adobe abandonadas, y una estación que vio tiempos mejores, pero ya lejanos. De fondo el cerro Chorolque, segunda riqueza mineral boliviana. El paisaje es áspero pero bonito. Tiene algo de nostalgia.

Malas noticas, la locomotora de vuelta a Tupiza también encontró mazmorras. Quién sabe cuánto estaremos aquí. El guarda nos dice que no nos preocupemos, que el mes pasado estuvieron 3 días! Qué promisorio! Parece que sucede seguido, la gente se resigna a esperar. No me molesta esperar, pero al menos que nos regalen una cocucha o un agua en vez de cobrártela en el salón comedor. El día va pasando, llega el mediodía, pocas noticias y amenaza con llover de vuelta. Y nos van a dar comida? Mmmhhh.....

Finalmente a las 2 de la tarde aparece la locomotora con maquinaria pesada y una cuadrilla de unas cuantas personas, junto con el "ingeniero". Ingeniero! Pasan de largo, van a rellenar el terraplen de vuelta, dicen que en 2 horitas lo hacen. No se apuren, rellenen bien! En un arrebato de suerte tenían razón, a las 16, o sea 16 horas después arrancamos de vuelta, esta vez sí, rumbo a Atocha y a Uyuni.



Y colorín colorado, este ha sido el relato de la primer varadura en Bolivia. Llegamos felices y contentos a las 7 a Uyuni, 18 horas después de lo previsto. Ah, el tramo de terraplen que se había escurrido era porque la vía pasa por el medio del cauce de un río....