Para un espécimen como yo, born n raised bien debajo del trópico, en la templada, verde y vacuna llanura pampeana, la ciudad de Guayaquil, además de ser el primer contacto con el multifacético Ecuador, queda asociada indisolublemente a esa sensación insoportable de calor húmedo que se cuela por cada uno de los poros de la piel. No me vayan a malinterpretar, no estoy diciendo que sea el lugar más caluroso del mundo, pero para un “flojito” del calor como yo esto pudiera ser la entrada misma al infierno, un infierno usualmente sin una gota de viento.
Guayaquil, la ciudad más grande del país, respira a orillas del plateado río Guayas, mientras hordas de camalotes son arrastrados por la infatigable y muda corriente hacia el Océano Pacífico. Alguien le tendría que preguntar al río por qué se apura y se empecina en llegar al mar, si así a sus aguas sólo les espera la indiferencia y el olvido. Una vez que lleguen, perderán su identidad para siempre en una masa uniforme y salobre, pero evidentemente por algo será…
Desde el malecón el espectáculo ejerce un influjo hipnótico sobre el ocasional observador, una chata se esfuerza por vencer la corriente, y el río me parece familiar, quizá una versión más tórrida del Paraná de las Palmas. Más allá hay una estatua que recuerda a los más grandes libertadores, zanjando sus diferencias con altura y visión de futuro en su famosa entrevista. Curiosamente ninguno de los dos tiene un rostro que les haga justicia. Unas cuadras más arriba, en el parque del Centenario, fanáticos religiosos intentan infructuosamente convertir a apurados oficinistas bajo el sol del mediodía. En el parque del Seminario las iguanas hacen su show “cigarillo 43”.
Es una ciudad vibrante y bulliciosa, de eso no hay dudas, pero también refleja con crudeza paradojas propias de toda la región. La brújula va orientada hacia el norte, la tierra prometida. Burguer King, Mc Donalds, Pizza Hut, Taco Bell, KFC, Hallmark, Tony Roma’s, Domino’s Pizza, Payless Shoes, pero el bolsillo apunta al sur. Amigo, usted gana en dólares, sí, gasta en dólares también, pero arréglese con 250, el sueldo mínimo. El combo vale 6, como en todo el mundo. A pesar de todo, es viernes a la noche, y la gente está contenta, se escucha una fiesta por algún lado, mientras Mariela duerme y Arena, una hermosa perra labradora me hace compañía. Aquí la gente pareciera estar contenta igual, pase lo que pase. De este lado de la frontera, gana la afabilidad.
Qué buenos relatos! Através de ellos siento que estoy en el lugar.Tenés fotos de Arena? me enviaron un mail sobre perritos que se los voy a reenviar. Aseguir disfrutando, ahora en Colombia.besos para los dos. Cla y Gra
ResponderEliminarMe encantan los relatos hechos en forma poética.
ResponderEliminar¿Para qué se apura el rio? ¿Para perder su identidad? ¿Y si lo comparamos? ¿Para qué se apura la gente?....
Tragar es rápido, saborear agrega muchos segundos de placer.
Besos.
No hay caso eh! Siempre pensando en la comida! Qué rico que sería ahora una bondiolita... :-)
ResponderEliminarHola Graciela! Acá está la foto de Arena, un amor!
ResponderEliminarhttp://picasaweb.google.com/juanpbarani/01Guayaquil#5470767147117553410
Realmente has estado puliendo tu estilo narrativo. El de la "primera vez" me recuera a cosas de Caruso, Dolina y Bradbury. Muy bueno!
ResponderEliminarCon respecto al río... Te das cuenta de que el río te resulta familiar porque así te ves vos, ¿no?
Río y chata sos vos. Somos todos.
Y me alegro de que tampoco te convenza el "por algo será" :)
Sendos abrazos!
Nos vemos pronto (para algún valor de pronto!)
aca pasan varias cosas ...
ResponderEliminaro te clavaste alguna comida nueva que no te calló bien
o marie ta durmiendo y te aburriste
ajajajajajaja
na chiste, muy buena ... esa foto del rio es igual a una del paraná ....egualita :P
Pedrito!! Q mezcla, Bradbury, Dolina y Caruso! Y no, el por algo será nunca me convenció demasiado. Gracias por los abrazos!!
ResponderEliminarJaja, o Juancito pueden ser las dos juntas... Feliz Cumple de vuelta!!
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