sábado, 1 de mayo de 2010

Una Pascua sin huevitos de chocolate

Al igual que a muchos limeños, la Semana Santa nos encuentra en las montañas de la Cordillera Blanca. Resulta que este es un destino típico para esta época del año.

Aquí en el valle conocido como Callejón de Huaylas se encuentran varios pueblos con apodos muy graciosos (supuestamente así bautizados por el italiano Antonio Raimondi, segùn sus experiencias por tierras ancashinas):
- Recuay Ladronera
- Huaraz Presunción
- Carhuaz Borrachera
- Yungay Hermosura
- Caraz Dulzura (supuestamente por sus dulces que, para mí, no son nada del otro mundo).

Huaraz es la capital de la provincia pero, para ser sinceros, aquí no hay mucho para ver. Es un pueblito pequeño y sin atractivo enclavado en el valle a 3052msnm aproximadamente. Lo único que destaca acá es la vista de las cumbres de 6000msnm que la rodean pero, dado el clima imperante por estos días, nos tenemos que conformar con la foto de los folletos.

En realidad, es el punto de partida para distintas actividades en la zona como la visita a las ruinas de Chavín de Huantar, una cultura pre-inca que habitó el Valle de los Conchucos (al otro lado de la cordillera) entre 1200 y 800AC y que dominó ampliamente la zona a través de su religión. Al visitarlas, uno descubre, con un poco de pesar, que mucho de lo que nos sorprende de los Incas (los canales, las construcciones), en realidad, lo tomaron de culturas previas y simplemente lo adaptaron o lo perfeccionaron.

El camino a las ruinas es bien sinuoso e interesante. Sube hasta las 4500msnm en medio de las nubes para luego descender abruptamente hasta el pueblo de Chavín a orillas del río. Al costado de la ruta y antes del paso se encuentra la hermosa laguna Querococha. Después del paso comienzan las cascadas (cascada de los celos) y las minas artesanales de carbón. Conste que todas las rutas aquí en la zona de la Cordillera Blanca están hechas mierda, llenas de baches, con piedras sobre la calzada y, en algunas partes, los deslaves hasta se llevaron el asfalto por completo. El guía nos comenta que gracias al dinero que dejan las mineras (Barrick, Antamina, etc.), el gobierno tiene planeado asfaltarlas y reacondicionarlas. Ojalá que toda esa plata mal parida sea destinada a este fin bien pronto porque las carreteras no dan para más. Ni les cuento cuándo llueve, como sucede en esta época. Uno va con el corazón en la boca todo el tiempo.

El domingo de Pascua nos vamos bien temprano para Caraz. Luego de un viaje de locos en minibús, yendo de un lado a otro de la calzada para esquivar los innumerables baches, llegamos a la plaza de armas del pueblo justo para ver la procesión pascual ingresar en la iglesia en medios de cánticos alusivos y pétalos de flores. Nos espera una tremenda trepada en un escarpadísimo valle hasta la espectacular Laguna Parón. Somos afortunados pues poca gente la visita. El camino para llegar hasta allí hace poco tiempo que está abierto al público. Antes era propiedad privada de una empresa hidroeléctrica que no permitía el paso y administraba el nivel del agua a su antojo sin ninguna consideración ecológica ni social. Por desgracia, las nubes bajan cuando llegamos a la laguna y comienza a llover, impidiéndonos disfrutar del imponente paisaje que la rodea: glaciares y cumbres nevadas. En compañía de dos agradables hermanas limeñas, Lourdes y Kate, hacemos el descenso. Nos inunda la sensación de que es una pena haber estado tan poco tiempo en la laguna (fue más el tiempo que tardamos en ir y venir que el tiempo que estuvimos allá). En fin, es el costo de tomar un tour municipal al costo.

El regreso a Huaraz es a toda velocidad en un minibús todo destartalado por la misma ruta llena de baches. Sin embargo, esta vez, en lugar de ir a 100kmh, el chofer nos lleva a 120 y gusta de pasar bien finito a los automóviles que vienen de frente o a los postes al costado de la carretera. ¡Diosito protégenos! El viaje culmina abruptamente unas cuadras antes de lo debido cuando uno de los pasajeros (evidentemente borracho) se niega a pagar su pasaje y se toma a golpe de puños con otro que intenta sacarle el dinero correspondiente de su bolsillo. “¡Huyamos!” dijimos y nos bajamos ahicito nomás, antes de que termináramos todos en la comisaría.

Al descender del bus y en medio de la lluvia, nos llama la atención el titular de uno de esos diarios sensacionalistas que abundan en el Perú: Jesús y María Magdalena habrían tenido gemelas. ¿No será mucho para un domingo de Pascuas?

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Huaraz, Cordillera Blanca, Perú
04 de abril de 2010

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