sábado, 6 de febrero de 2010

Pequeñas malas costumbres

12 de la noche, acabamos de dejar la terminal de Rosario, nos queda una parada más para levantar
gente en Rafaela, y luego cargar Gasoil en Sunchales. De ahí a Tucumán sin escalas. Ruta abierta.

No me considero una persona que hace muchos viajes, mejor dicho al menos no que utilice asiduamente servicios de transporte masivo como avión o micro. De hecho este post es una excusa para que aquellos
que sí lo hacen me den su opinion...

Invariablemente, una situación que se repite, especialmente cuando la gente aborda el transporte en paradas sucesivas es la asignación de los asientos. La lógica convencional es sencilla, uno compra el boleto, ya sea por internet o por boletería, elige los asientos y luego cuando sube al transporte busca el numerito correspondiente y voilá.

Sin embargo, y por alguna extraña razón, la mayoría de las veces la gente al ver otros asientos vacíos llega a la conclusión que el suyo que eligió originalmente ya no le gusta más; quizá porque no está al lado de la ventanilla, porque está lejos de la tele, porque está muy cerca del baño, y así siguen las razones.

Otro caso particular es el intercambio de asientos entre conocidos. Claro! Yo quiero sentarme con Fulanito, pero Menganito quiere sentarse con Sultanito, pero el problema es que esa fila de asientos es de a 2. Entonces, vení para acá, que aquél va para allá y le pedimos al de al lado si se puede correr un lugar, y todos contentos! Imagínense que por ejemplo en un Jumbo, si cada persona implementa esa lógica, no estamos muy lejos del caos total. Recuerdo los esfuerzos vanos de las azafatas cuando volví de Boston por intentar lograr que toda el grupo de argentinos se sentara de una buena vez antes del despegue.

En esta ocasión, al parar en la estación de Liniers, sube una mujer, con su hijita, Milagros de 2 dulces años, habiendo comprado ambos un sólo asiento, el número 8. Pobre mujer, no la culpo, quizá llegó con mucho esfuerzo a juntar el costo del pasaje. Al subir, directamente no se molestó en buscar su número de asiento, sencillamente analizó todas las posibilidades y llegó a la conclusión que los mejores dos asientos eran los que estaban detrás nuestro (a pesar de haber comprado uno solo). De todas formas, algo mencionó acerca de su asiento y le indicamos amablemente cual era. Nos desestimó por completo.

Luego vino el señor "azafato", quien en buenos términos le solicitó dos veces sin éxito que ocupara su asiento, dado que probablemente hubiera inconvenientes al subir más gente en Rosario. Lisa y llanamente no le dio bola. Claro, acá la cadena comienza, porque a otra persona le pareció interesante el asiento 8 que había quedado disponible y aparentemente lo mismo sucedió con otro asiento más.

Al llegar a Rosario subieron al bus los legítimos poseedores de los asientos, quienes al ver ocupados los suyos, debieron disparar el gatillo de todo el juego. Avisarle al señor "azafato" para que venga a buscar a los "ocupas", esperar que se despierten se muevan con todas sus mantas y bártulos, a despertar al señor del 8, quien a su vez siguió la ronda.

¿Qué les parece? ¿Es una pequeñita mala costumbre nuestra? ¿Es internacional?

5 comentarios:

  1. No pueden negar que un grupo de argentinos te hacen entretenido un viaje de... 22hs? o al menos te dan algo para comentar.
    Se tapó el baño? jeje, espero que no.

    Besos!


    PD: Yo tengo mi teoría de las viejas caza asientos pero no aplica muy bien acá, sólo en colectivos y subtes... Seguro que alguien vio alguna vez a una persona mayor que a penas puede con su cuerpo... desplazar cual jugador fornido de rugby a un/a joven en el último segundo de flexión (apoyar el culo en el asiento) en lo que sería casi un tackle rasante al estilo Pichot. Vamos los Pumas!

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  2. "Si no te gusta, tomate un taxi!! Vaca salvaje!" ... el grito de guerra del San Martin a la mañana. :D

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  3. A mi también me pasó la del avión volviendo de Panamá... el avión salió con retraso por que los argentinos no se sentaban!! :o(

    Pero del intercambio de asientos cuando me quiero sentar con una amiga también me declaro culpable (doble carita ruborizada... je)

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  4. Jaja... Esto me recuerda a una canión de Zambayonny: Retiro voluntario. Cuenta las peripecias de un señor que se está por tomar un micro en Retiro.

    "...
    Veintires cuarenta y cinco. Voy subiendo butaca veinte,
    el bolso no lo despacho, por mas que arriba no entre,
    me toco otra ves pasillo, la puta madre. Que leche.
    'Señor le cambio el asiento, me queda uno, aproveche'

    Pero que gente de mierda, desconfiados y maricas,
    a ver si al menos me toca de compañera una chica,
    para conversar un rato, no es que a vos ya no te quiera,
    pero la ruta es mas buena al lado de una minita.

    Ahi viene un gordo grandon, que por favor no me toque
    Viene mirando los numeros el pedazo de energumeno
    pero que chota mi suerte, casi me aplasta el pasar,
    le pedi la ventanilla y se cago de risa mal."

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  5. El amigo Zambayonny!! Que grande! Los micros en estos lugares están tomando un sabor característico muy colorido. Hoy volvimos de Iruya con gente durmiendo en el pasillo :-)

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