Una de las consecuencias más usuales de estar de viaje y no tener un lugar fijo, aquello que solemos llamar “hogar”, es que inexorablemente vamos perdiendo cotidianeidad con la caja boba. Aceptémoslo de una vez, quien más, quien menos, el aparatito a veces se va haciendo lugar de a poco en la mesa. Incluso en algunas familias pareciera que hasta le ponen plato, cuchillo y tenedor.
Esto trae aparejado una lenta y preocupante disminución de la cantidad de horas que consumimos noticias, noticieros y noticiosos, como les decía mi abuela. Así, uno va perdiendo noción de la realidad real, la del aquí y ahora, la del impacto, la de los sucesos que conmueven a la opinión pública. A veces, la amarilla. Así, termina sucediendo que alguien que está al otro lado del mundo se entera mucho antes que uno de lo que sucede en la misma ciudad y el mismo país en el que se está.
En eso estábamos paseando por Ecuador, navegando por realidades paralelas, cuando pasó lo del agua. En realidad, creo que todavía no comprendo bien qué pasó con el agua, pero la cosa sigue el patrón clásico de eventos latinoamericanos. Por alguna razón el gobierno “revolucionario” ecuatoriano intentó legislar/normar sobre los recursos hídricos del país; sin embargo, los indígenas llegaron de alguna manera a la conclusión de que la nueva ley del gobierno “popular” privatizaba las fuentes de agua y era perjudicial para el pueblo. Entonces, imagino, negociación va, declaración viene, qué mejor y más productivo que salir a cortar las rutas de todo el país. ¡Excelente medida! La historia nos demuestra que en casi todo latinoamérica se recurre asiduamente al piquete para combatir los graves problemas que aquejan a nuestras sociedades.
El gobierno le sube los impuestos y gana menos. Piquetazo amigo!
Le cortaron la luz a todo el barrio porque todos se cuelgan? Se soluciona con un corte de ruta!
No alcanzan los sueldos? El corte de ruta lo soluciona!
No le gusta su suegra? Vamos, anímese, pruebe a cortar la ruta y quizá la vida se la cambia!
Claro que, como les decía antes, la abstinencia periodística a la que nos veíamos sometidos contribuyó a que nos pusiéramos al tanto de los hechos arriba de un bus y de camino a la frontera colombiana. Somos presa fácil de los piqueteros!! En qué lío nos hemos metido!! Y todo por no ver noticieros!!
Tarde o temprano iba a pasar, y hasta les diría que casi con una mueca de placer y curiosidad llegamos al corte. Ahí, si ahí frente a nuestras narices se estaba gestando el descontento y la rebeldía del pueblo vilmente expoliado, no sólo ahora por los poderosos, los oligarcas, las multinacionales, sino ahora también por su propio gobierno “revolucionario”. El trancón estaba recién comenzando, y conseguimos la segunda fila, sólo un camioncito delante nuestro, y más allá la turba contestataria.
Excelente pensé, desde aquí puedo palpar como nadie la acción, tengo una posición privilegiada al púlpito de los rebeldes. Incluso puedo ponerme a hablar con ellos así me cuentan su punto de vista ante tan enorme atropello. Estoy en búsqueda de argumentos contundentes que apunten contra los contubernios del poder. Sólo faltan las cámaras de TV!
Así, con la emoción de un reportero de guerra en Vietnam me acerco sigilosamente al escuálido grupo y empiezo a entablar conversación intentando tantear las razones, los motivos de tan frontal medida. Sin embargo, todo lo que consigo son apáticos, uh, si el agua, no se bien por qué estoy acá, y pregúntele a aquel que sabe. Si vaya vaya, aquel sabe.
Cuestión que fui cambiando de interlocutor hasta quedar con el cabecilla, sí el organizador, la mente detrás del grupo, junto con el jefe del grupo de los policías también. Y le tiro a quemarropa:
- Y Don, que pasa con esta vaina del agua?
- Ah, y vio, lo del agua, no sé que quieren hacer, acá cortamos la ruta.
En eso el policía le dice: Amigo, ¿qué hacemos?, ¿qué planes tienen?
El tipo lo mira, piensa un rato, busca en los bolsillos y después de un largo silencio me mira y me dice. Ah señor, usted, usted, ¿no fuma?
- No, ¿por?
- Ah, porque acá ya tenemos todo más o menos listo, pero nos falta la nafta y el fuego para prender los palos. ¿No me prestaría usted? Es que aquí nadie trajo fuego…
Ya basta!! Esto es el acabose pienso mientras me doy media vuelta y me vuelvo al bus. Muchachos, un poco de cordura y profesionalismo. Que no sepan las razones, bueno, vaya y pase, pero… no tener nafta, ni encendedor, ni unas cubiertas, aunque más no sea de twingo.
El chofer dio media vuelta, dejamos el improvisado trancón atrás y pasamos por otro lado más o menos a la vueltita.
5 horas después llegamos a la frontera con Colombia. Tuve mucho tiempo para pensar y llegué a la conclusión que detrás de esa pátina de apatía piquetera se escondía una reserva de lucidez y sensatez. En el fondo nunca quisieron prender fuego a los palos para no desperdiciar eso por lo que tanto luchaban! ¿Cómo no lo pensé antes?
Hola, Palolo y Marie,
ResponderEliminarSigue siendo lindo lo de Uds.
Me gusta por lo pintoresco y por lo bien narrado que está, al fin buena redacción y sintaxis que producen "placer al leer".
Los felicito otra vez.
Además.... Al no tener TV se salvan de ver una sarta de tilingadas y tontudeces que Dios mío, nos van lentamente produciendo necrosis cerebral.
Un abrazo a ambos.
Coincido con el comentario de Eddy. Besos
ResponderEliminarHola Eduardo! Gracias!!! Escribimos lo que va saliendo :-) Te digo que igual lo de la TV a veces se extraña un poquito, especialmente ahora que está el mundial. Igual, nos arreglamos bastante bien para ver los partidos. Abrazo!
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