Desde Tulcán, el último pueblo ecuatoriano antes de la frontera nos tomamos un taxi con otros dos mochileros que nos encontramos en el camino y luego de un ratito llegamos al puente internacional. Hacemos migraciones del lado ecuatoriano, cambiamos los últimos dólares que nos quedan por pesos colombianos y emprendemos con un poquito de miedo el cruce del puente. Entramos a Colombia caminando. Ahora sí, estamos en la tierra de Shakira, las FARC, los narcotraficantes, y presiento mucha gente amable y bienaventurada que hará grata nuestra estadía.
Una vez del otro lado un agente del DAS, la policía colombiana, vestido de ninja negro y con la última tecnología, nos sella el pasaportes y nos da la bienvenida, sin historias ni problemas.
Cruzar la frontera fue muy sencillo, ni siquiera tuvimos que hacer cola en migraciones. Tampoco nadie nos revisó exhaustivamente, como nos dicen es la regla aquí. Entonces, felices y contentos nos tomamos la buseta que nos lleva a Ipiales, el primer pueblo colombiano, y nuestra base de operaciones por 1 día.
Como buen pueblo de frontera, Ipiales no nos gustó. En principio, no sabemos si es por la cantidad de ceros que hay aquí o qué, pero las cosas nos parecen un poquito más caras. Qué lío con tantos números! Cuánto vale la leche? 2.000 pesos. Y un almuerzo? Ronda los 10.000. Una locura! Igual comemos unas ricas almojábanas, un pastel hawaiano y emprendemos nuestro viaje al santuario de las Lajas, que es la excusa por la que nos quedamos aquí (además de descansar un poquito después de tantos buses continuados).
Hubiéramos estado sólo de paso por aquí, como lo hace la mayoría de la poca gente que usa este paso fronterizo, si un sueco que nos encontramos en un hostel de Quito no nos hubiera mostrado una magnífica foto del Santuario de Nuestra Señora de las Lajas. Es hermosa.
Esperamos a que se llene un taxi compartido medio destartalado, y hacia allá vamos! Bajamos luego caminando por la serpenteante callecita hasta el fondo de un cañón, y allí, el paisaje es digno del set del Señor de los anillos. Una foto dice más que mil palabras:
Realmente es una sorpresa, lo último que hubiera asociado con un país tropical como Colombia es una catedral gótica enorme, en el fondo del cañón de un río. A Mariela le gusta tanto la catedral que me dice, como al pasar: Si alguna vez me casara, quiero que sea en esa iglesia :-)
Ya por la tardecita y de vuelta en el pueblo vamos a comer a la vueltita de donde estamos parando y preguntamos qué tienen. Morocho quemado. Qué cosa? Bueno, probemos a ver qué es. Es la mejor carne al horno que hemos comido desde que salimos de Argentina.
Si me muestran la foto y no me dicen en que lugar está, hubira pensado en Alemania.Será cuestión de tener en cuenta.besos
ResponderEliminarJamas me hubiera imaginado una iglesia asi en Colombia. Estan seguros que es Colombia? a ver si por ahi llegaron a Colonia en Alemania y no se dieron cuenta.
ResponderEliminarSiiiii, es Colombia! Jajajajja, la prueba irrefutable de que esta bella iglesia está en Latinoamérica está en esta foto:
ResponderEliminarhttp://picasaweb.google.com/juanpbarani/01Ipiales#5479035670934921618
Abrazo!!!
Muy muy bueno!
ResponderEliminar