martes, 14 de diciembre de 2010

¡Viva León jodido! ¡Viva el bello pueblo nica! (Parte 1)

Cruce fronterizo

El periplo costarricense no terminaría con el aguacero en Ciudad Quesada. Resultó que para llegar hasta la frontera con Nicaragua aún deberíamos soportar un viaje de 7 horas por unos caminos rurales que nadie transita en un autobús cachuzo, lleno como el 60 en hora pico y sin aire acondicionado. Distancia recorrida: ¡menos de 300km! El cruce en Peñas Blancas estuvo a tono con todas nuestras odiseas costarricenses. Debimos esperar como una hora al rayo del sol para poder ingresar al edificio de migraciones tico. ¡Aparentemente la demora se debía a que se les había cortado la luz! Y para colmo, nos obligaron a dejar nuestro equipaje afuera por cuestiones de espacio. Oficial: ¿Si cuando regreso mi mochila no está o me falta algo, quién se hace cargo???? ¿Ud.? ¿El gobierno de Costa Rica? JA, JA, JA.

En fin, felices de dejar atrás este país que tan hostil nos resultó, nos aventuramos a través del barro hacia tierras nicas. Acá también tuvimos que hacer cola como una hora para poder hacer los trámites migratorios. Eludimos hábilmente las triquiñuelas de los coleros (¿Quiere el formulario? Un dólar. ¿Quiere que se lo complete? Una colaboración.) y cuando finalmente llegamos a la ventanilla nos recibe un hermoso cartel que dice que a partir del día de la fecha (24/07/2010) el costo de la tarjeta turística pasa de USD5 a USD10. ¡¿Pero podrá ser tanta mala suerte?! Pagamos con los benditos verdes y nos entregan nuestras tarjetas. Pero aún no habíamos terminado. Resulta que para poder salir del recinto y acceder al territorio público nicaragüense hay que desembolsar otro dólar más. Costo total del trámite de ingreso: USD26 (10 de la tarjeta + 2 en concepto de sellado + 1 para dejar la zona fronteriza!!! POR DOS). Hay algunas cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás, existe Mastercard.

 

Ciudad colonial 1: Rivas

El autobús que nos llevaría hasta la primera ciudad del lado nicaragüense era de los autobuses escolares amarillos. Para nuestro alivio, enseguida notamos que los nicaragüenses no gustan de viajar tan apiñados como los panameños o los costarricenses y se limitan a dos personas por asiento. Atentos a todas las recomendaciones de seguridad, subimos a bordo con nuestras mochilas y las ubicamos junto a nosotros en el asiento. La infraestructura carretera nos sorprendió. Si bien es angosta, está en muy buen estado. Y enseguida empezamos a experimentar en carne propia la amabilidad de este pueblo tan sufrido. El señor al lado de Juan Pablo enseguida entabla conversación y le recomienda varios lugares para visitar y alojarnos. El paisaje que desfila por las ventanillas es único: cónicos volcanes que emergen del agua y molinos de vientos dignos de Don Quijote, enmarcados por unos árboles bien verdes y tupidos. En menos de treinta minutos llegamos a este poblado colonial y volvemos a maravillarnos por la belleza de su catedral y el buen estado de conservación en el que se encuentra. Es sábado y reina la tranquilidad en todo el pueblo. Encontramos un lugar abierto y nos sentamos a almorzar (son como las 5 de la tarde). La atención excede nuestras expectativas y el plato que pedimos también. ¡Qué bueno! Menos de 5 horas en territorio nica y ya nos gusta este lugar. Después recorrimos el pueblo y nos sorprendió un cartel que anunciaba los servicios de un odontólogo con diploma de la UBA. Para ser sinceros, esta no era la primera vez que veíamos un anuncio similar. A lo largo de todo Latinoamérica estudiar en la Argentina y más precisamente en la UBA es un signo de prestigio y excelencia. Lo que nos llamó la atención fue encontrar algo así en un lugar tan pequeño. ¿Se imaginan el shock que debe haber experimentado este señor, por entonces joven, al llegar a la inmensa Buenos Aires proveniente de un pueblito de Nicaragua? A mi me cuesta. Seguimos nuestro derrotero y lo que descubriríamos a continuación nos alegraría inmensamente: ¡reaparecieron las panaderías! Desde que dejamos territorio ecuatoriano que no veíamos una. Más de dos meses sin pan fresco ni equivalentes a las facturas. Sin dudarlo, ingresamos y compramos lo más tentador que tienen en las vitrinas: unas galletas y una suerte de pasta frola de ananá que aquí se llama enrejado. No fueron nada extraordinario pero igual estamos felices por poder volver a experimentar algo tan cotidiano y argentino.

Esta historia continuará…

Saludos a todos desde el camino,

Marie
5 de agosto de 2010
León, Nicaragua

3 comentarios:

  1. Qué bueno que hayan retomado el blogg!. Debe ser fuerte eso de encontrarse con carteles que destaquen la excelencia de la UBA, sobre todo para vos que experimentaste el esfuerzo que significa estudiar en ella. Ojalá que ,a pesar de los deterioros que se ven en nuestro país sobre todo en educación, pueda mantenerse en pie la UBA, con toda la exigencia necesaria para lograr profesionales preparados académicamente y con fuerte nivel de compromiso. Me alegro que Nicaragua sea más hospitalaria, al menos para Uds, que Costa Rica.
    Un beso y a seguir disfrutando. Anónima Gra!

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  2. Epaa qué lindo relato! Si me tuviera que guiar por lo que sostienen los ticos acerca de sus vecinos del noroeste, me costaría creer lo que cuentan... Según ellos, la inmigración es culpable de todos sus problemas... Cualquier semejanza con nuestra realidad, pura coincidencia ;-)

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  3. Hola Mayno! Qué bueno leerte.
    ¿Viste qué increíble el concepto que tienen los ticos de los nicas?
    Sin embargo, he de ser sincera y decirte que esto de culpar de todos los males locales a los inmigrantes de los países vecinos es una constante en todo el continente.
    Abrazo grande!

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