lunes, 5 de julio de 2010

Donde el zorzal voló, o mejor dicho se estrelló antes de volar

Desde Salento, nos tomamos una buseta Pereira, y de ahí un bus grande, hermoso, rumbo a Medellín. Si bien no tiene dos pisos como es regular en Argentina, ¡cuánto hacía que no tomábamos un bus tan cómodo!. Es el único que hasta el momento no pudimos regatear, pero qué más da. Disfrutemos del aire acondicionado mientras.

CO07-00280 Lo primero que recuerdo al llegar a Medellín es el sentimiento de estar entrando a una metrópoli bien industrial y pujante, algo intimidante, pero evidentemente con mucho empuje, un lugar donde las cosas pasan y el tiempo no se estanca. Hace no tanto tiempo la capital de Antioquia fue un muy buen lugar para evitar, y la capital de un imperio poderoso, bajo el férreo mando del excéntrico Pablo Escobar. Hoy eso ya no existe mas (al menos no la excentricidad, la impunidad, o al menos no tan visible), pero las huellas han quedado. Medellín no es precisamente una ciudad de puertas abiertas, y hay muchas cercas donde quiera que uno pose la vista. Hubo tiempos en que mejor no salir de casa. Para los que no saben, la familia de Don Pablo vive hoy mejores días en Argentina.

Una caminata por el centro deja al descubierto un modernísimo monorriel como el de Homero, se acuerdan? De abajo es feo, una mole de cemento. De arriba es bien panorámico, silencioso, cómodo, rápido, casi casi el medio de transporte ideal. Al igual que Quito y también Bogotá, Medellín está enclavada en un valle estrecho, de norte a sur. El simpático trencito permite estar en casi cualquier parte de la ciudad relativamente rápido.

Medellín también es el lugar donde murió el gran Carlitos Gardel, su avión, o mejor dicho avionetita se estrelló al final de la pista con otra y todos se quemaron. Ahí comenzó el mito, y aquí se ve que perdura la herencia gardeliana. El legado es fuerte, y el tango pega fuerte en el valle de Aburrá.

CO07-00306 Las esculturas y cuadros del maestro Botero son una rara delicia excepcional. Siendo más o menos un lego en temas artísticos, no deja de impresionarme la estética particular de este artista antioqueño, que por lo que me cuentan sufre el mismo mal que otros artistas latinoamericanos. Nadie es profeta en su tierra. Consejito, para ver las obras de Botero consíganse alguien que la tenga clara en el tema, tienen demasiados detalles ínfimos que se pierden a la vista del observador casual.

Caminar por Medellín se siente un poco raro, un poco intimidante. Quien sabe si uno inconscientemente está en mayor estado de alerta que en cualquier otro lugar, pero esa sensación está presente. Aquí uno pareciera tener la impresión que está caminando por una zona tranquila, y de repente luego de unas cuadras, el entorno se vuelve espeso, para luego volver a la normalidad un par de cuadras más adelante. Después de un largo rato de analizarlo llegamos a la conclusión que aquí hay mucha gente en las calles haciendo literalmente nada.

CO07-00293 De repente, caminando por el centro terminamos en la Alcaldía y todo está lleno de vallas y cortado. ¿Qué está pasando? Por un lado mucha gente munida de bidones y pancartas con vaquitas. Mmmhhh. No sabemos realmente qué pensar. Una charla postrera revelaría que el señor presidente Uribe tiene una fábrica de leche y aparentemente cuando tiene exceso la regala, quizá con motivos proselitistas, quién sabe. Aquí en Medellín, la capital de las montañas, todo, todo puede pasar.

Aquí también encontramos mucha gente linda, como Manuel del hostel, con quien entablamos larguísimas conversaciones hasta altas horas de la madrugada acerca de la política y el futuro de su querida Medellín, Antioquía y Colombia. Medellín siempre se esta reinventando, con optimismo y confiando en un futuro mejor. También Horacio y su mujer, quienes viéndonos irremediablemente perdidos en El Poblado nos llevaron amablemente en su auto hasta la zona de restaurantes que estábamos buscando.

CO07-00282 Y finalmente y hace mucho que no hablamos de las notas gastronómicas, aquí comimos una parrillada de chorizos argentinos! Qué ganas de comer bondiolita de vuelta! Compitiendo cabeza a cabeza con el grado de colesterol, y siendo la pesadilla de todos los cardiólogos, aquí pueden degustar la famosa “bandeja paisa”, que no es más que un sabroso rejunte de todo lo más nocivo que se puedan imaginar, y bien frito! Ideal para el corazón. Tampoco me puedo olvidar que aquí comimos un delicioso brownie con helado de café. Ahora mi férreo dogma que pregona que el brownie va mejor con helado de jengibre o canela está tambaleando.

Nuestra incursión por Medellín termina con un fallido intento de baile de salsa que concluye con una rotura de anteojos, pero eso, eso será, en el próximo capítulo de esta saga! Hasta el próximo post amiguitos!

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1 comentario:

  1. Chicos lo de ustedes es de excelencia, tanto las fotos como los comentarios.¿ No pensaron en un futuro cercano condensar todo esto es un hermoso libro? Sería más que interesante. Recién envié un comentario similar y no sé por qué no salió, así que disculpen si soy reiterativa. Pero en el caso de ustedes uno no puede decir más que cosas bonitas. Se lo merecen. Continúen disfrutando. Marta A.

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