domingo, 4 de julio de 2010

Bailando un tanguito en Salento

CO06-00229 Conseguimos un bus directo a Armenia!! Bueno, no crean que directo a este pequeño país de Asia Central, sino a la capital del Qundío, una de las provincias de Colombia, y puerta de acceso a nuestro pueblito cafetero: Salento. Pasamos así como así por Cali, la capital de las tetas artificiales, la cirugía estética y la salsa, luego a Armenia, cambio de bus, y ya estamos rumbo a la finca cafetera que nos espera.

De repente, y como por arte de magia, empiezan a sonar unos acordes familiares, un chan chan nostálgico sale por los parlantitos del coaster y ahí está, la voz del zorzal criollo en todo su esplendor. Qué voz! Sería el primer recordatorio de la fuerza que toma el 2x4 por estas latitudes. No en vano Gardel murió en el aeropuerto de Medellín luego de unas cuantas actuaciones a sala llena. Hoy esa magia sigue inundando las callecitas de la zona cafetera y hasta el ambiente huele más cercano al Río de la Plata que a la costa caribeña.

CO06-00237 El pueblo es pequeño y fresco. Descubrimos que está lleno de gente dado que es un fin de semana puente, pero eso no le quita la magia. Las callecitas estrechas y las casitas de colores con balcones no hacen más que realzar esta atmósfera de cuentos. Mientras, pasamos por algunos boliches donde hay gente jugando al pool y escuchando tangos. Qué bizarro! Nos acercamos a la plaza principal y ahí en uno de los puestitos nos comemos un superpatacón con trucha gratinada. Riquísima! En la mesa de al lado nos ponemos a hablar con unos paisas oriundos de Medellín, probablemente segmento ABC1, que amablemente nos convidan un poco de aguardiente mientras nos enfatizan que aquí en Colombia la situación es extremadamente segura (sic), y además es un país avanzado, sin indígenas, como Bolivia o Perú (sic).

CO06-00227 Aquí estamos en el corazón de la región cafetera, el lugar ideal para saborear unos ricos cafés suaves. Sin embargo, a pesar de todo, hoy en día el café no representa una exportación especialmente rentable para ningún país. Starbucks cobrará caro su café jumbo, pero al agricultor sólo le quedan monedas. Y todo esa vaina (como dicen aqui) del comercio justo, es una gran farsa.

Nos quedamos en la finca de Timothy, un inglés que se enamoró del lugar y de una colombiana y ahora se divierte cosechando café, además de manejar un hostel. Paseamos entre los abundantes cafetos, admirando los colores verdes del valle y los bosques de guaduas que rodean las plantaciones. Ahora estamos en la mitaca, que es la cosecha fuera de época. Una vez que el fruto se pone amarillo o rojo, lo cual indica que esta maduro, se lava, se pone en agua para ablandarlo y se le saca la piel. Luego se deja secar 3 días al sol y se pasa por la trilladora. Al final se vuelve a quitar otra cascarilla y queda finalmente la pepita, que es lo que se tuesta. En especial de cómo se realice el tostado dependerá el gusto final.

Antes de irnos jugamos con George y otros dos collies que tienen como pasatiempo perseguir a las gallinas de la finca, mientras compartimos unos plátanos asados con queso con el cuidador de la finca. A lo lejos y del otro lado del valle se ve la casa abandonada del mayor amigo de Pablo Escobar, ahora preso en Estados Unidos. De fondo, suena en una destartalada radio un programa de puro hard rock y Tesla. Medellín nos espera.

CO06-00274

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