miércoles, 15 de septiembre de 2010

Canal de Panamá: uniendo al mundo y partiendo un país

PA03_00211 Panamá es un país muy pequeño, pero con una importancia tremenda para el comercio internacional debido a su peculiar ubicación estratégica entre dos océanos. Durante el siglo XX, esta singularidad geográfica marcaría a fuego la historia política y el desarrollo económico de este angosto corredor, y la obra de ingeniería más impresionante de todo el siglo que permitiría atravesarlo sería a la vez una maldición y una bendición. Hoy la vamos a conocer.

Históricamente, desde la llegada de Colón a estas tierras allá por 1502, seguida por la llegada de Vasco Nuñez de Balboa en 1513 y su descubrimiento del Pacífico, Panamá siempre fue un lugar muy disputado por su importancia estratégica en términos geográficos.

PA03_00222 Ya entrado el siglo XIX, fue cada vez más evidente la necesidad de que las embarcaciones pudieran atravesar el pequeño istmo. Un sueño descabellado, pero que ahorraría semanas y semanas de navegación a través del peligroso e inclemente Cabo de Hornos, rodeando todo Sudamérica. Panamá (por entonces, una provincia de Colombia) quedó en medio de una vorágine sin igual entre las potencias mundiales. La fiebre californiana del oro no hizo más que terminar de añadir leña al fuego y hacer que el tío Sam posara los ojos en aquella recóndita provincia colombiana para desgracia de muchos. En esa época, miles y miles de buscavidas de la costa este tomaban vapores hasta el lado atlántico del istmo, lo cruzaban a lomo de mula o en tren y luego tomaban otra embarcación desde el Pacífico hasta las costas californianas.

El tío Sam debe haber calculado muy bien que quien tuviera el poder sobre esta ruta marítima sería sin duda una potencia militar y económica en el nuevo orden mundial. Sin embargo, en un principio no fueron ellos, sino los galos, victoriosos luego de materializar el Canal de Suez, quienes ganaron la licitación colombiana. Durante diez años invirtieron millones de dólares y excavaron cantidades enormes de material, intentando hacer un canal a nivel, sin esclusas, pero la malaria, el dengue y la fiebre amarilla terminaron por diezmar una muy buena parte de los trabajadores y eventualmente llevando a la quiebra la empresa en medio de rumores de corrupción.

PA03_00176 Así dadas las cosas, los norteamericanos siempre estuvieron decididos a construir el canal y a hacerlo en Nicaragua, pero un lobista de último momento convenció al capitolio en dejar de lado esa ruta y optar por la fallida de Panamá. ¿La razón? Evitar los volcanes y sismos nicaragüenses. El primer escollo a superar fue el propio gobierno colombiano, quien se rehusaba a ceder el uso de la tierra. ¿La solución? Fogonear una revolución independentista en la provincia olvidada y de paso prestar algunos barcos de guerra para impedir la reconquista. Solo 3 días después de la independencia se firmó el “tratado” que cedía a Estados Unidos la soberanía de por vida sobre el territorio del canal y zonas aledañas a cambio de construir la vía marítima. Algunas malas lenguas dicen que ya estaba firmado de antemano…

Diez años después, con los colombianos hechos a un lado y después de matar a todos los mosquitos de la zona, contratar miles de empleados antillanos, excavar millones de metros cúbicos de roca, inventar de cero elevadores acuáticos y muchísimas otras cosas, se inauguró la más colosal obra de ingeniería de todos los tiempos. Cien años más tarde, es asombroso ver cómo gigantescos barcos se elevan para atravesar la cordillera hasta la presa artificial de Gatún y luego vuelven a bajar del otro lado, incluso dejando menos de 50 centímetros a cada lado.

Hoy ha corrido muchísima agua por el canal (cuack!): Panamá hace largo tiempo que ya no es una provincia colombiana, Estados Unidos después de dejar una huella indeleble en la cultura, catapultar al sanguinario Noriega y posteriormente bombardear la ciudad de Panamá en su nefasta operación “Causa Justa” comandada por Bush (familia nefasta si las hay) para derrocarlo ya no controla más la vía (al menos no directamente) e incluso los propios panameños están encarando una ambiciosa ampliación, a inaugurarse en 2014. Pero hay algo que perdura, y es el beneficio mundial que la ruta genera, haciendo un mundo cada vez más pequeño y cercano, tributo justo al esfuerzo y dedicación de miles y miles de trabajadores que lo construyeron. De paso, Panamá gana unos cuantos pesitos por barco que cruza (USD 200.000 en promedio). ¿Suficiente para mitigar casi 100 años de ocupación y estar literalmente dividido por una franja de territorio extranjero?

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2 comentarios:

  1. Mhmhmhm por qué no, estaría bueno! Alguien alguna vez lo cruzó nadando hace mucho. Hoy para hacerlo oficialmente te piden una banda de cosas. El cruce de un velero chiquito sale como 1500 dólares, se te sube un práctico que te maneja el barco con muchos aparatos. Los barcos pequeños cruzan de noche y tienen que esperar otro un poco más grande, del que van amarrados, bien de costado o bien por detrás.

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