viernes, 3 de septiembre de 2010

Metrópoli centroamericana

PA02_00097 Nuestra lujosa camioneta Prado va ingresando a la “ciudad más cosmopolita” de Centroamérica según nuestra guía y, sin duda, lo primero que salta a la vista es que este es un lugar de contrastes y contradicciones, ideal como plato de entrada a Centroamérica. A sólo una hora después de enfrentarnos con la huella más barrosa, precaria y con el peor trazado que he visto en mucho tiempo, llegar a la ciudad parece como si uno estuviera entrando a una metrópolis estadounidense con sus autopistas, rascacielos, SUVs y locales de Pizza Hut, Domino´s Pizza, KFC, Taco Bell, Burger King, Dunkin Donuts, etc., etc., etc. y no en una capital centroamericana. La cantidad de rascacielos es sencillamente impresionante, opulenta y me animaría a decir que duplica o más el skyline de Buenos Aires, que no es una ciudad pequeña, por cierto.

PA02_00118Sin embargo, la intuición nos dice que este escenario inesperadamente moderno y opulento no puede ser más que una cara de la moneda en Panamá, y estamos en lo cierto. El panorama cambia rápidamente al llegar al casco viejo. Calles angostitas, casas abandonadas, edificios derruidos, fachadas que apenas se sostienen en pie y caripelas x 1000. Inmediatamente uno no puede evitar pensar ¿dónde me estoy metiendo? Esto sí es Latinoamérica auténtica. Pero andadas las primeras cuadras, uno empieza a descubrir que no todo es tan decrépito como parece a primera vista. Hay muchas obras en construcción, y muchos trabajos de restauración en marcha pues, al tratarse de un patrimonio histórico, las fachadas no pueden modificarse y es por eso que aún se ven muchas que se caen a pedazos mientras sus nuevos dueños reúnen los PA02_00102fondos necesarios para empezar la construcción o restauración. Algo que también uno nota después de algunas vueltas es que hay mucha presencia policial, casi a razón de un policía por esquina. Es que aquí está la sede del poder ejecutivo y cada vez vienen más extranjeros, ya sea a invertir en bienes raíces o por turismo. El hecho es que de unos años a esta parte, con excepción del impasse forzado por la crisis internacional de 2007, esta zona se ha ido recuperando lentamente, para dejar de ser el antro en el que se había transformado por décadas de abandono, y en un par de años más convertirse sin dudas en una perlita al mejor estilo Cartagena, con sus hoteles boutique, restaurantes gourmet, bares de moda y demás. Si lo puede costear, todavía está a tiempo de comprarse alguna propiedad (http://www.panamarealtor.com/bienes-raices-panama/propiedades-en-casco-viejo). Apúrese antes de que explote. Un par de meses más y será muy tarde.

A tan solo un par de kilómetros de allí, se encuentra el archifamoso Canal de Panamá y los barrios que lo circundan no podrían contrastar más con el estilo colonial del Casco Antiguo. Esta zona que estuvo por tantos años bajo la influencia directa de Estados Unidos parece un típico suburbio norteamericano, con baja densidad habitacional, casas al estilo Desperate Housewives y lujosos centros comerciales con las mejores marcas internacionales. Tampoco podían faltar los yates de lujo.

Y entre el Casco Viejo y el canal, el nefasto “Chorrillo”, cerca de la “civilización” pero aun así tan lejos de Dios y de todo. Resulta que el Chorrillo circunda al casco viejo y para salir a cualquier parte hay que cruzarlo. Allí tenía su cuartel general Noriega y, durante la invasión del ‘89 (ahondaremos en el próximo post), fue bombardeado alevosamente por las tropas estadounidenses. Claro, desde ese momento, nadie se molestó en reconstruir nada, y hoy el barrio tiene una de las peores reputaciones que uno se pudiera imaginar.

En fin, Panamá es un país de contrastes y contradicciones, ideal para saborear de a poco. Mañana nos toca el Canal de Panamá, una mezcla de historia, ingeniería y ambiciones ideales para hacer una novela de Tom Clancy…

 

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