Muy poca gente tiene la oportunidad de subirse a un patrullero, menos aún hace esto en un país que no es el propio, y muchísima menos lo hace para conocer una ciudad. Acá va la historia de uno de los hechos más tragicómicos que el camino nos tenía reservado. ¡Qué la disfruten!
Cuando un habitante del sur del paralelo 30 piensa en Panamá instantáneamente le acuden a la imaginación hermosos posters de playas desiertas y arenas blancas como la harina que usaba la abuela para hacer la pizza. Lo que no le cuentan a uno es que aquí hay unas montañas bellísimas, cubiertas de bosque nublado y con pueblitos repletos de gringos retirados en donde tomar una rica taza de café recién molido.
Allí estábamos, un poco abatidos por la estrepitosa goleada alemana y sin saber bien qué hacer con la banderita de plástico (no queremos sugerencias eh!), cuando decidimos capear las lluvias diarias y salir a internarnos al bosque nuboso en búsqueda del elusivo pero esplendoroso quetzal. Era nuestro último día en Boquete y queríamos disfrutarlo a pleno.
Saliendo del “hostal” en el que nos estábamos alojando, casi al mediodía, alguien que era la primera vez que veíamos nos intercepta y nos dice:
- Ah, eh, uh, oh, me olvidé de avisarles pero los cuartos estaban todos reservados y se tienen que ir ya.
- Jajaja. Sí, claro, claro. ¿Y yo qué culpa tengo de que no me hayan avisado con tiempo? Estoy saliendo para la montaña y no tengo porqué ponerme a buscar otro lugar sólo porque te confundiste y no nos avisaste antes.
- Mhmhmhmhsibisisismhmhmh… La otra chica debería haberles avisado. Ella se confundió.
- A mí no me importa quién se equivocó. Es poco serio. No me podés venir ahora con este problema. Es su problema, no mío.
- Mhmhmhmhsibisisismhmhmh… Bueno, sí, pero se tienen que ir. Si quieren, pueden ver si acá a la vuelta tienen lugar que son amigos nuestros.
- Ni locos. En todo caso, averiguá vos pero… ¿no hay alguna manera de que nos quedemos esta noche y nos vamos mañana?
- Mbmbmmshghghsisisisis… Ah, sí, puede ser, el grupo llega mañana en realidad, hoy está vacío así que no hay problema.
- ¿Seguro? Entonces, ¿todo bien?
- Mmbmbmbhhshh… Sí, claro, sí.
Atónitos estábamos. Era la primera vez que nos pedían que nos fuéramos de un lugar, aun habiendo sido respetuosos huéspedes, habiendo pagado nuestra cuenta religiosamente y habiendo sido prácticamente los únicos en el hostal en el lapso de una semana. La cuestión es que nos fuimos a caminar por las montañas en busca del quetzalito y también de la felicidad sin mayor preocupación que la de no errar la huella y ser comidos por un jaguar. Sin embargo, teníamos una extraña sensación que no nos podíamos quitar de encima.
Lo cómico es que al regresar encontramos el hostal completamente tomado por un grupo de americanos gordos, blancos y evangelistas que estaban todos recortando figuritas de papel de Jesús y María. Nos dirigimos inmediatamente a nuestra habitación y allí estaba Santa Claus sentado en la que hasta unas horas antes fuera nuestra cama. ¿Nuestras cosas? Brillaban por su ausencia. Ya temíamos que hubieran hecho un pesebre con nuestros cepillos y pasta de dientes, cuando la empleada salió a dar balbuceantes explicaciones ante los gritos desesperados de Mariela: “Holy fucking shit! Where the hell is my stuff?” (pregúntenle a ella porqué se enojó en inglés, todavía no lo entiendo).
Sin avisarnos nada, habían tomado todas nuestras pertenencias, que aguardaban sobre la cama para ser prolijamente guardadas en la mochila a nuestro regreso, y las habían “trasladado” a otro de los cuartos, violando su propio reglamento y obvio, sin nuestra autorización. Por si fuera poco, encontramos una “notita” en la que los dueños le pedían a la muchacha que nos “explicara” muy cortésmente la situación y que nos estaban pasando a una habitación privada al mismo precio que el dormitorio para que no nos enojáramos mucho…
El entredicho fue escalando de a poquito hasta que decidimos buscar en dónde dejar asentada una queja del lugar y, por arte de magia, terminamos en la comisaría del pueblo en donde el oficial de turno resultó ser el “novio” de la empleada del hostal. Con mucha predisposición nos estuvo entreteniendo un buen rato y al final decidió mandar una patrulla al hostal para verificar si faltaba algo, hacer entrar en razones al dueño y que nos diera una disculpa aunque más no fuera.
De aquí en más, los acontecimientos se volvieron cada vez más extravagantes. El dueño (vía telefónica, porque nunca dio la cara) montó en cólera al escuchar a la policía pedirle que se disculpara con nosotros por el atropello y decidió sin más ponernos de patitas en la calle un sábado por la noche. Sin saber qué hacer, visiblemente afectados por la ira desmedida del señor y para zanjar la situación, la policía nos ofreció llevarnos en su camioneta a recorrer la ciudad buscando algún hotel, hostal o similar que tuviera una cama libre. ¡No les puedo explicar lo extraño qué fue ver al oficial bajar de la camioneta en cada hostal y preguntar si tenían lugar!
Recorrimos como 5 o 6 lugares sin suerte. En algún punto del periplo uno de los oficiales llegó a ofrecernos su casita de la montaña para que pasáramos la noche. Huelga decir que tuvimos tiempo para entrar en confianza con la oficialidad y entablamos una charla amigable. Finalmente, y con algo más que suerte (léase un uniforme y una placa), conseguimos un lugar bonito en el que pasamos la noche en compañía de los amables dueños y su perro. Ah, y como si fuera poco, al bajar de la camioneta, me metí con mochila y todo en una zanja hasta la cintura…
Así concluyó nuestra estadía en Boquete y uno de los eventos más extraños de toda nuestra aventura mochilera.
Porque Santa y sus amigos hablan inglés!!! ¿En qué querías que les hablara? ¿Arameo antiguo?
ResponderEliminarBueno algo parecido me pasó hace mucho en un hotel de Col de Sacramento, pero el dueño no era uruguayo, era argentino. Poreso hizo lo que quiso hacer y no pudo, se quedó con las ganas de disponer del cuarto antes del horario pactado. En cuanto al patrullero, así logré hacer un tramite en el Cons. de It. en Bs. As.
ResponderEliminarBesos de las dos y a seguir disfrutando.
Claro!!! Yo creo que con tantas biblias dando vueltas por todos lados algo de arameo antiguo tendrían que saber... Aunque sea Bonjour!
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