domingo, 7 de noviembre de 2010

Pasados por agua: ¡Bienvenidos a Costa Rica! (Parte 3)

Parte 3: El costado más feo

La “más segura” Alajuela resultó ser el centro de operaciones de unos habilidosos carteristas. A pesar de haber sido advertidos de su pericia a lo largo y ancho del país, JP hizo oídos sordos de todas las advertencias y salió con la billetera en el bolsillo lateral del pantalón (habrá que perdonarlo, era un domingo temprano por la mañana, a lo mejor estaba dormido :).

La cuestión es que fuimos a tomarnos el autobús que nos llevaría a nuestro siguiente destino a un paradero (aquí no había terminal propiamente dicha). El lugar estaba repleto de gente que aguardaba en la vereda. Cada autobús que venía, anunciaba como 10 destinos distintos y se hacía muy difícil a priori poder dilucidar si era el que teníamos que tomarnos. No nos quedó otra que preguntar a los que nos rodeaban. En una de esas, llega un autobús y aparece un muchacho, (ingenuamente creemos que es el asistente del chófer/cobrador) que nos indica que ese es nuestro autobús. Debido a la cantidad de gente presente y que el autobús viene lleno, decidimos separarnos. JP se encargaría de despachar las mochilas y yo de reservar los asientos. ¡Error! Era la oportunidad que esperaban los malandras.

El “asistente” toma una de las mochilas y empieza a alejarse entre el gentío. JP lo sigue como puede. El “asistente” carga la mochila en el maletero y JP presiente que hay algo que no está bien. En ese momento lo empujan pero no hay nada que pueda hacer más que empujar hacia atrás. Al guardar la segunda mochila en el maletero nota que ya no tiene la billetera y me grita indignado desde abajo que le habían robado. Imposible encontrar al chorro entre la marea humana. Bajo lo más rápido que puedo del autobús (no es fácil porque la gente no se mueve ni me deja pasar). Nunca lo había visto tan enojado ni sacado. La gente, inmutable. Recuperamos las mochilas del maletero y buscamos un lugar donde tranquilizarnos.

De pronto, aparece una muchacha que se presenta como policía fuera de servicio y se ofrece a ayudarnos. Llama por el celular a la policía y nos compra una botella de agua. Nada sirve. JP sigue como loco y no lo puedo tranquilizar. Desaparece por minutos mientras se va a dar vueltas por la zona con la esperanza de encontrar al hijo de puta que le robó sus cosas. No logro hacerlo entrar en razones. Pasa más de una hora y la policía brilla por su ausencia. La muchacha se despide ya que viene su autobús. Nosotros seguimos esperando.

Al rato llega un taxista que se ofrece a llamar a la policía nuevamente. Nos dice que van a venir en seguida. Le explicamos que hace más de una hora que los esperamos pero, según le informaron, ellos no habían recibido ninguna notificación. Hartos de esperar y completamente desmoralizados, regresamos al hostel de donde nos habíamos despedido horas antes. Enseguida llega la policía turística. Desde el principio queda claro que vienen a cumplir una formalidad y que no van a hacer nada al respecto. Ni siquiera se molestan en escribir el acta, le ceden el honor a JP. Más allá del dinero que teníamos y de la algunas credenciales, no fue mucho lo que perdimos. Es más, tuvimos suerte porque bien podría haber sido el pasaporte que estaba en el bolsillo de al lado. Sin embargo, la impotencia y la frustración nos invaden el resto del día. Supimos que algo no andaba bien. Pudimos presentirlo pero aun así no pudimos evitarlo. ¡Alajuela y la puta que te parió!

Si creen que la muchacha era cómplice de los malandras, llamen al 0800-CHORRO.
Si creen que la muchacha era una buena samaritana, llamen al 0800-SANTO.
¡VOTEN YA!

Esta historia continuará…

Saludos a todos desde el camino,

Marie
Ciudad Quesada, Costa Rica
24 de julio de 2010

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