Hoy nos enfrentamos al paso fronterizo más transitado del mundo. Todo el mundo decía que era fácil y bastante rápido, especialmente si cruzás a pie, pero nos engañaron vilmente. ¡Hasta el sitio oficial de la delegación US Customs and Border Protection miente!
Según ellos, en este mismito momento la espera es de 35 minutos. ¡Mentira!!! Eso será desde que cruzás la reja pero se olvidan de la hora y media de cola que tenés que hacer afuera. ¡¡¡You liers!!!
Llegamos a Tijuana alrededor de las 12.30pm y ya desde el vamos supimos que no iba a ser sencillo. Nadie tenía la más puta idea de adónde teníamos que ir para que nos pusieran el sellito de salida de México. Cruzamos un puente, preguntamos y volvimos a preguntar. Abajo se veía una interminable cola de autos de 10 carriles de ancho. Nos mandaron por un lugar donde hay un cartel bien grandote que reza "Prohíbido el paso", pasamos y bien al final de una hilera de oficinas, encontramos la de Migraciones Mexicana. Muy amables los señores, nos sellaron los pasaportes, retuvieron nuestras tarjetas de turista y amablemente nos sugirieron que volviéramos a cruzar el puente y nos mandáramos de una hacia el puesto yanqui. Sin embargo, la impecable moral de JP nos impidió colarnos y nos fuimos al final de la cola. ¡Deberíamos haber escuchado el consejo de los señores!!!
La cola era interminable, a pleno rayo del sol. Las veredas todas roñosas y, por supuesto, sin un puto lugar donde sentarse o apoyar la mochila. Parecíamos vacas en el matadero. A tal punto, que yo ya ansiaba con todo mi corazón que llegara el palazo y terminara con mi agonía. Después de casi 2 horas con la mochila al hombro, se me caían las lágrimas del dolor.
Finalmente, la reja y pisamos suelo americano. Preguntamos donde conseguir nuestros formularios de turista (esos que siempre te dan en el avión para que completes cuando estás por aterrizar). Nos mandan a que sigamos la cola que hace todo el mundo. Preguntamos 2 veces más y todos coinciden. Un oficial en la puerta del edificio donde se hacen los trámites nos mira el pasaporte y nos dice que sigamos al malón. Veinte minutos más y es nuestro turno. Nos presentamos ante el oficial de migraciones (mexicano, obvio) con nuestra mejor sonrisa y nuestros pasaportes en mano.
And your I-94? Where is it? (¿Dónde está su formulario I-94?)
Ah… el formulario. Me cacho en diez. Señor, preguntamos como 3 veces por el formulario y todos nos mandaron para acá. No, no, lo deberían haber retirado en el otro edificio cuando ingresaron. Bueno, no se preocupen, vayan a buscarlo y después se regresan por acá directo así no tienen que hacer la cola de vuelta.
Ahí va JP en busca del bendito papelucho que tan esquivo nos era. Mientras, el lugar se llena de mexicanos que quieren cruzar. La mayoría, como viven en la zona fronteriza, simplemente presentan una identificación y pasan sin más trámite a menos que vayan más allá de San Diego. En 10 minutos lo veo regresar corriendo. Resulta que, en realidad, teníamos que ir los dos en persona porque el trámite se realizaba allá. ¿Pero qué le pasa a esta gente? No pueden ser claros???
Vamos con nuestras mochilotas y la escasa paciencia que nos queda. Llegamos y el señor nos atiende de mala cara (¿yo que culpa tengo de que no haya nada señalizado para los que somos turistas y que el personal que allí trabaja no sepa lo que hace o lo que dice????) y empieza con sus preguntas de rutina: que adónde van, dónde se van a alojar, cuánto tiempo se van a quedar, etc. Señor, queremos quedarnos 60 días. Vamos a San Diego, luego a Los Ángeles, Las Vegas... Esta es nuestra dirección. No, pero no me sirve la de San Diego, tiene que ser de otro lugar más lejano. Pero no la tengo aún, solo tengo la de los primeros días. No sé si por pena o qué finalmente el hombre nos cargó vaya a saber qué dirección en el sistema, nos dio nuestros benditos formularios/permisos y nos selló los pasaportes. ¡180 días! Al cabo, para qué preguntan cuánto se va a a quedar uno si después te dan el máximo posible! Después tuvimos que desembolsar USD 6 por cada papelito y regresar al otro edificio donde habíamos estado antes. Pasamos por el carril izquierdo tal como nos habían indicado, directo hasta la caseta, pero allí había un hombre que estaba intentando cruzar la frontera con una botella de tequila y como 12 cartones de Marlboro y parece que había algún inconveniente. ¡Otra vez a esperar! Siempre que vengo a USA parece que caigo en la caseta que tiene más demora o en la que hay problemas. Por fin, el de migraciones lo deja pasar al hombre y ahí vamos nosotros otra vez, con nuestros pasaportes, nuestros permisos, nuestras sonrisas y ya sin paciencia alguna. Y Keller arremete otra vez con el mismo cliché de siempre (adónde van, cuánto tiempo, a qué se dedican, algo que declarar) y pasa por tercera vez los pasaportes por el sistema. De tanto pasarlos se van a gastar. Además, para qué si ya tenemos sellada la entrada??? Inentendible. Por último, las mochilas al escáner y queda sorteado el último obstáculo.
Patético. Tres putas horas para cruzar una frontera. En ningún lugar de Latinoamérica tardamos tanto. Si nos tomábamos un vuelo de Ensenada a San Diego no hubiéramos tardado ni una hora con trámites y todo. ¡Nunca más!
Saludos a todos desde el camino,
Marie
San Ysidro, California, USA
27 de octubre de 2010
PD: Escribo este post desde el McDonalds que está no bien cruzás la línea (como le dicen acá a la frontera) mientras suena Cerati en la radio! A propósito, todavía no encontramos a nadie que hable inglés!!!